domingo, 25 de octubre de 2009

El vuelo de las mariposas.


Elsa Peña Nadal
La autora es periodista

Algunas personas me preguntan si estuve interna junto con las hermanas Mirabal en el colegio Inmaculada Concepción, en La Vega, regido por monjas españolas de la Orden de las Terciarias Franciscanas de Jesús y María. Para mi habría sido un honor compartir el internado en aquel prestigioso centro educativo con las heroínas que abonaron con su sangre el camino que llevó a la libertad al pueblo dominicano.

Patria Mercedes y María Argentina Minerva Mirabal, ingresaron primero al colegio y luego les siguieron Antonia María Teresa y Bélgica Adela (Dedé), la única sobreviviente de las hermanas asesinadas por orden del dictador Trujillo.

Patria y Dedé, abandonaron el internado al graduarse de octavo curso: Patria se casó a los 16 años con el hacendado Pedro González, y Dedé se dedicó a los negocios junto con su papá. Durante el internado, María Teresa y Minerva se destacaron por su inteligencia e interés en los estudios, así como por ser ávidas lectoras.

Los biógrafos publicaron fotografías de las pinturas al óleo que hizo Minerva en el colegio; destacando que admiraba a Picasso y leía poemas de Pablo Neruda. En el Inmaculada estableció amistad con unas chicas cuyos padres confrontaban dificultades políticas con el régimen., siendo una de estas su mejor amiga, Sinita Perozo, quien le contó todo lo relativo a la dictadura de Trujillo.

Minerva se gradúa de bachiller en Letras y Filosofía en 1946, un año después de mi nacimiento, y si bien no coincidimos en el colegio, me encontraba allí cuando ella y sus hermanas fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960.

Patria, nombrada así porque nació un 27 de Febrero, tenía treintaiseis años al morir; Minerva, treintaicuatro y María Teresa, apenas veinticuatro. En 1981, por una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, se crea el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en homenaje a las hermanas Mirabal.

Un Museo en su natal Ojo de Agua, en Salcedo, recrea su vida familiar y política; sobre ellas se han escrito infinidad de artículos y libros, destacándose los de Julia Álvarez y Mario Várgas Llosa, y se ha realizado también una película.

De las hermanas Mirabal nada sabía yo, hasta que pocos días después de sus muertes llegue a casa procedente del colegio a pasar las vacaciones navideñas. Escondidos dentro de una antiquísima plancha de hierro, de esas que funcionaban con brasas de carbón, guardaba mi madre unos tres paquetes de recordatorios de la misa dedicada a “las muchachas”. De allí los sacaba y distribuía, con mucha discreción, entre algunas de las personas que nos visitaban.

Los recordatorios consistían en una cartulina rectangular con las tres fotografías colocadas horizontalmente. No recuerdo lo que decía el texto ya que nunca los tuve en mis manos. Recordatorios como estos, circularon en todo el país por los mismos canales utilizados para distribuir la propaganda antitrujillista.

Un gran dolor arropó a mi familia y a todo el que conoció la noticia de esta terrible tragedia. Mi madre se cubría el rostro repitiendo: “pobre madre, pobre madre, qué hará ahora sin sus tres hijas”. Papá la consolaba diciéndole: “Trujillo no sabe lo que ha hecho; esto tendrá repercusiones internacionales; ha cavado su propia tumba”.

Las heroínas ya no estaban en esas navidades del 1960. Fueron las Mirabal tres corderos inmolados en los altares de la Patria. Su madre, con los brazos abiertos queriendo abarcar los tres ataúdes, clamaba por la Justicia Divina y su grito desgarrador subió al cielo: el 30 de mayo, a solo seis meses de su partida, regresaron convertidas en hermosas Mariposas, trayéndole en sus alas al pueblo dominicano, la libertad que para él soñaron.


elsapenanadal@hotmail.com

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