viernes, 28 de agosto de 2009

Toni Morrison: 'Barack Obama me sedujo antes como escritor'


Tomado de ElMundo.es
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/04/10/cultura/1239340596.html



Toni Morrison, durante su estancia en Madrid en mayo de 2004. | Javi Martínez
Premio Nobel de Literatura de 1993

Reflexiona sobre la esclavitud en 'Una bendición', su última novela
'Me apasiona investigar, me dejo atrapar muy fácilmente por la historia'
Carlos Fresneda (corresponsal) | Nueva York
Actualizado viernes 10/04/2009 07:16 horasDisminuye el tamaño del texto Aumenta el tamaño del texto
Nos recibe en su apartamento de Manhattan, en el enjambre de Chinatown, desde donde prepara su próxima gira europea, siguiendo la estela de Barack Obama. Abre la puerta Toni Morrison, con los 78 años que pasan físicamente la factura, pero con esa eterna lucidez (y esa risa sonora a flor de piel) que la caracteriza desde mucho antes del Nobel.

Se desdobla en la intimidad luminosa de su salón y deja reposando en un sillón cercano a la autora galardonada. Nos habla como escritora (sin más) y como persona. Nos revela su "complicidad literaria" con el presidente y nos invita a sumergirnos con ella en 'Una bendición' (que acaba de ser editada en España por Lumen), su viaje de tres siglos al preludio de la esclavitud en esa "América prerracial" que cobra una inusitada vigencia tal que ahora.

Pregunta.- Usted decidió remontarse a los orígenes de la esclavitud cuando Estados Unidos se disponía a elegir al primer presidente negro, ¿fue una decisión premeditada?

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La escritora, en una imagen de 2005.| AP
Respuesta.- Juro que todo fue accidental... ¿Cuándo se publicó aquí el libro? Creo que fue en noviembre. ¿No elegimos por esas fechas al nuevo presidente? (Risas) La idea de Una bendición fue muy anterior incluso al momento en que se empezó a percibir a Obama como un candidato viable. Estábamos todavía bajo la opresión de los años de Reagan y Bush, que han venido a ser lo mismo. Ha sido un libro que me ha llevado mucho tiempo de investigación porque he tenido que viajar hacia atrás más de tres siglos.

Me apasiona investigar, me dejo atrapar muy fácilmente por la historia. Podría estar todavía ahí, buscando legajos y documentándome sobre aquella etapa fascinante -y al mismo tiempo aterradora- en la que América era un auténtico caldero hirviendo. Aquí, a finales del siglo XVII, estaban los holandeses, y los alemanes, y los ingleses, y los franceses, y los españoles, y también los africanos... La situación era muy fluida y la historia se podía decantar hacia uno u otro lado.

P.- ¿Qué ha descubierto personalmente en ese viaje?

R.- Muchas cosas, y creo que cuando enseñamos la Historia de este complejo país llamado Estados Unidos tendríamos que ahondar más en ese período. Uno de los libros que más me ha impactado sobre ese momento histórico es White Cargo, de Dan Jordan y Michael Walsh, que indaga en los cargamentos de esclavos blancos. Los parias ingleses, irlandeses y escoceses fueron enviados aquí como esclavos, y se mezclaron con los indios y con los afroamericanos.La miseria y la servidumbre los unía. La separación racial, y la identificación de la esclavitud con los negros, llegó más tarde. Los aristócratas blancos tenían miedo a una coalición de los desfavorecidos que pusiera en peligro su poder. Por eso los segregaron.

P.- La mayoría de los norteamericanos asocia la esclavitud con la raza negra. ¿Cuál es la reacción de la audiencia anglo ante el hecho de la esclavitud blanca?

R.- Un silencio sepulcral. Como dicen los autores de White Cargo, muchos blancos en este país son descendientes de esclavos y no lo saben. Puede que algunos prefieran no saberlo.

P.- Una bendición es también la historia de un desgarro madre-hija, un tema que ya exploró usted en 'Beloved'...

R.- En aquella novela, la escapatoria de la esclavitud fue el infanticidio. Aquí es el abandono, desde la perspectiva de la hija que no entiende que la madre se pueda desprender de ella por su propio bien. Los hechos ocurren 200 años antes, pero el drama de fondo de la esclavitud -la separación brutal entre padres e hijos- ya se mostraba de la forma más cruda. Podían encadenarte, tratarte como un animal, abusar de ti, negarte la posibilidad de matrimonio, prohibirte leer y escribir. En la esclavitud, los actos extremos son los que pevalecen. Pero la mayor crueldad de todas es que te arrebaten a un hijo. Y es terrible imaginar lo que puede sentir una madre que se ve en la tesitura de arrancarse a su hija.

P.- ¿Cómo llega hasta usted la voz de Florens, "la niña con manos de esclava y los pies de una dama portuguesa" que parece hablarnos cara a cara en Una bendición?

R.- Hay otras voces en el libro, pero ella quiso que contara su historia antes que nadie, y que lo hiciera de una manera muy directa. Todo lo que contara tenía que ser en un presente muy cercano, como si estuviera pasando ahora. El reto mayor fue hacerlo en un lenguaje comprensible e interesante, pero que sonara al mismo tiempo extraño y lejano.

P.- Usted ha llegado a decir que escribir sobre la esclavitud le infundía el mismo respeto que "meter el pie en un vasto océano".¿Cómo ha logrado vencer sus miedos?

R.- Poniendo un rostro y una voz a las historias. A mí me ha servido personalmente para viajar hasta el fondo del drama. Espero que le haya servido también a otra gente.

Heridas abiertas
P.- ¿Las heridas de la esclavitud seguirán abiertas mucho tiempo?

R.- Quién sabe, puede que por otros 300 años. Cuando ha pasado todo lo que ha pasado, las cicatrices siguen estando muy vivas.

P.- ¿Hasta qué punto las experiencias de su infancia en un barrio obrero de Lorain, Ohio, están vinculadas con las de la protagonita de Una bendición?

R.- Esa América prerracial de la que hablo en mi libro se parecía de alguna manera a la que yo experimenté en Ohio. Allí estaban los trabajadores afroamericanos y los inmigrantes checos, polacos e italianos, hermanados por la pobreza en medio de la Gran Depresión.No existían grandes barreras entre nosotros. Mucha gente que creció en los barrios industriales del norte tuvo la misma experiencia.El choque directo con la segregación lo experimenté después.

P.- Usted suele hablar de su llegada a la Universidad Howard de Washington, en 1949, como el momento en que despierta de alguna manera la conciencia racial. ¿Puede recordarnos cómo fue aquel momento?

R.- Washington era una ciudad tremendamente segregada. Era casi como bajar al sur. Recuerdo perfectamente aquella señal -Sólo blancos- que ponían en los autobuses y que podías mover en función de tu habilidad, o incluso robar. Recuerdo que robé una vez un cartel y lo envié a casa (risas)... El consuelo que teníamos entonces era que las comunidades negras eran muy vibrantes. La protección, la generosidad, la música y el arte eran la moneda corriente dentro de los barrios negros. Afuera había una barrera que nos separaba, pero por dentro estábamos muy unidos.

P.- ¿Cómo ha sido la vuelta a Washington, al cabo de 60 años, para la investidura del primer presidente negro?

R.- No voy a decir que fue como un sueño porque hacía un viento del Artico ese día y todavía siento el frío metálico de la silla en las piernas y en la espalda, gentileza de mi nuera, que trabaja para la Administración Obama (risas). ¡Qué día tan terrible y tan maravilloso! ¿Y sabes una noticia que apenas salió en los periódicos? Durante tres días no se produjo un crimen ni hubo un arresto por alteración del orden público. ¿Dónde se ha visto que una masa de un millón de personas se comporte así? Fue una experiencia abrumadora. No puedo negar que por primera vez vibré ante toda esa parafernalia de patriotismo que nunca fue conmigo.Sentí una emoción muy fuerte.

P.- ¿Qué opinión le merece el presidente Obama como escritor?

R.- Debo confesar que mis dudas durante la campaña quedaron despejadas cuando leí su autobiografía, 'Los sueños de mi padre'. ¿Cómo puede un político escribir así? ¿Cuándo se ha visto en un político esa capacidad para la reflexión, esa viveza para las imágenes, ese oído para los diálogos? Me asombró de verdad. Me pareció un libro profundo y tremendamente maduro, que dice muchísimo a favor de la persona que lo escribió. De alguna manera, Obama me sedujo antes como escritor que como político. Porque es cierto que al principio no le veía seriamente competitivo durante la campaña.

Apoyo a Obama
P.- ¿Cómo y cuándo decidió darle su apoyo?

R.- Quien más intentó convenceme fue el profesor Cornel West, mi amigo y compañero en Princeton. El también tenía su margen de duda, porque quizás esperaba una figura entre el Che Guevara y Jesucristo (risas). Pero acabó colaborando con la campaña de Obama, y fue él quien me pasó el libro. "Si te gusta, haz algo por él", me dijo. Yo nunca he dado mi apoyo a ningún candidato, pero lo pensé muy seriamente a partir de entonces.

P.- Usted se refirió a Bill Clinton en su día como "el primer presidente negro". ¿No estuvo tentada de dar su apoyo a Hillary?

R.- Siempre me he considerado amiga de los Clinton, y Hillary me parece una mujer muy preparada. Pero me dije a mí misma que tenía que intentar ver más allá de la raza o del género. Me dije: "Voy a dar mi apoyo al candidato más inteligente, sea hombre o mujer, blanco o negro, porque eso es lo que nos va a hacer falta, un presidente inteligente, para sacarnos del entuerto en el que nos dejó Bush". Al final decidí escribir una carta como si fuera dirigida personalmente a Obama, alabando las cualidades que he creído ver en él, sobre todo después de leer su libro: integridad, autenticidad, sabiduría...

P.- Y entonces le llamó personalmente para darle las gracias...

R.- Sí, y tuvo el gesto de abrir la conversación confesándome que La canción de Salomón es uno de sus libros predilectos. No voy a revelar todo lo que me dijo, pero podemos decir que hubo entre nosotros cierta complicidad literaria.

P.- ¿Y qué le parece cómo lo está haciendo como presidente?

R.- Creo que lo está haciendo bien. No quiero decir que coincida en todas y cada una de sus decisiones, pero la gente está contenta con él en este país, quitando a la vieja guardia republicana que le ha declarado la guerra. Ha venido fortalecido de Europa.Hay algo muy genuino en la sensación de alivio y de afecto que ha recibido en el mundo. Ya viste cómo le abrazaron los soldados en Irak (risas). Lo único que me asusta es que las expectativas son altísimas, y la situación en la que está el país es tan lamentable...Cuando miro y veo a otros líderes afroamericanos, como Cory Booker en Newark o Michael Nutter en Filadelfia, me pregunto: «¿Tenemos que estar necesariamente al borde del naufragio para que pueda emerger un líder negro»?

P.- ¿Estamos ya en esa América postracial de la que tanto se habla?

R.- Una parte de mí piensa que sí, que los estereotipos raciales están desapareciendo, y no hay mejor lugar para comprobarlo que las universidades o las escuelas. Pero otra parte de mí proclama todos los días que el racismo está vivo y goza de buena salud: no hay más que leer las noticias... Lo que sí es cierto, y ésa ha sido para mí la gran diferencia de estas elecciones, es que cuando los negros votan se produce el cambio. Creo que en las elecciones del 2008 hemos comprendido por qué esa obstinación de los republicanos por impedir y suprimir el voto negro, como ocurrió en el 2000.

P.- Nos cuentan que tiene otro libro entre manos...

R.- Bueno, me he propuesto cerrar el círculo. Ya he contado de alguna manera la América prerracial y la América postracial. Ahora estoy sumergiéndome en la América racial de los años 50, con la guerra de Corea como telón de fondo, y en la piel de un hombre negro que se enfrenta al racismo en cada paso.

P.- El 'New York Times' destacó hace dos años a Beloved como la mejor obra de ficción norteamericana de los últimos 25 años, a partir de un sondeo entre escritores y críticos y por delante de obras de Roth, Updike, DeLillo o McCarthy...

R.- Me llena de honra, y tengo un gran aprecio por todos los grandes escritores de mi generación. Quiero mucho ese libro por todo lo que representa, pero desde un punto de vista técnico mi obra más lograda es Jazz. Ahora tengo una querencia muy especial por Una bendición. Sinceramente es mi novela mejor acabada.

P.- ¿Cómo se sobrevive a un Premio Nobel?

R.- Desdoblándose, no queda otro remedio. Por un lado está la persona que interpreta el papel de ganadora del Nobel y por el otro sigo estando yo, la escritora y la persona. A veces parecen dos personas difíciles de conciliar.

P.- ¿Le queda algo por demostrar?

R.- Puedo ir aún más allá como escritora. Lo sé y lo voy a intentar.Necesito seguir escribiendo, y explorar otras direcciones. Si no escribiera me volvería loca; el mundo me resultaría demasiado caótico.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Zona de Paz en Latinoamérica


Chomsky planteó Zona de Paz en Latinoamérica ante pretensión militarista de EEUU

ABN.- Ante la amenaza estadounidense de hacer presencia militar a través de bases en Colombia, el lingüista y ensayista político norteamericano Noam Chomsky planteó la instalación de una Zona de Paz en Latinoamérica.

Destacó que la participación y el apoyo de los Estados Unidos en los golpes militares en el continente deben preocupar a las naciones, situación que se agrava con la instalación de soldados y armas norteamericanos en Suramérica con la escusa de “lucha contra el narcotráfico”.

Desde la sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño, en Caracas, Chomsky explicó que en este siglo ya se han apoyado tres golpes de estado desde Norteamérica: Haití, Venezuela y Honduras.

Indicó que la administración Obama no sólo apoya al régimen instaurado de Honduras sino que sigue entrenando cadetes de ese país en la Escuela de las Américas. Ante ello espera que de la reunión extraordinaria de la Unión de Naciones Suramericana (Unasur) resulte una posición contundente.

“Debería haber una declaración fuerte oponiéndose a la militarización del continente y a la presencia estadounidense en las bases militares colombianas”, expresó Chomsky quien destacó que Estados Unidos no toleraría las intervenciones que, con la excusa del apoyo a la democracia, este país hace a otros.

Planteó la necesidad de que en la reunión de la Unasur se apoye una propuesta para la creación Zona de Paz como un objetivo que se puede lograr en conjunto, y reveló que estas bases militares en Colombia, aunque no representan un gasto significativo en el presupuesto estadounidense, son muy valiosas por la posición estratégica y la zona energética donde se ubican.

Manifestó que además de las bases y la militarización del continente, la Unasur podrá tocar temas como el problema de la dependencia de la exportación de productos primarios como el petróleo, y el impacto ambiental del sistema socioeconómico que predomina en la región.

“Las transformaciones que se están haciendo en Venezuela por crear otro modelo socieconómico puede tener un impacto global si estos proyectos se realizan de manera exitosa”, explicó el lingüista y definió al modelo estadounidense como suicida, y de este sistema dijo: “Pretende imponerse como remedio para los males que el mismo causa”, destacó.

tomado de
http://espanol.vheadline.com/readnews.asp?id=83276

La Noticia del Millón


Por Elsa Peña Nadal
en foto del 1966

La noticia no vale un millón pero es muy buena; toda vez que nos trae la información de que se va a enmendar un desaguisado que rayó en lo ridículo, y que se realizó, con la única finalidad de agradar y agradecer, al presidente de ese momento.

La noticia en cuestión se refiere, al proyecto presentado por la Secretaría de Estado de Cultura, al Ayuntamiento del Distrito Nacional, a fin de que sean cambiados los nombres de las calles del residencial El Millón, por los de connotadas figuras de la literatura, la historia, la danza, la poesía, la música, el folklore, y la promoción cultural.

Hemos leído que esta idea, ya fue respaldada a unanimidad por el Consejo Superior de Cultura, el cual aprobó enviar una comunicación al Presidente y al Síndico del ADN, informándoles de su total respaldo a la iniciativa.

Ustedes oirán dentro de poco el pataleo de algunos de los reformistas que allí residen, beneficiarios del reparto generoso de su líder, acostumbrados ya a nombres de calles tales como: Cruzada de Amor; Teatro Nacional; Presa de Tavera, Presa de Valdesia; Presa Río Bao; Doña Emma; Carmen Celia Balaguer; Reforma Agraria, Jardín Botánico; etc.

En cualquier país, las calles se nombran para honrar y resaltar los meritos y aportes a la Patria, de los dueños de dichos nombres; así como para recordar fechas y epopeyas históricas. ¿Pero qué honra merece por sí misma, una edificación, una presa, un edificio?

Entre los nuevos nombres propuestos están, los de destacados pintores, poetas, escritores, músicos, folkloristas y pioneras del ballet; tales como: Yorgy Morel, Magda Corbett, Clara Elena Ramírez, Gilberto Hernández Ortega, Vela Zanetti y Fradique Lizardo.

También, Fray Vicente Rubio, René del Risco Bermúdez, Antonia Blanco Montes, Virgilio Díaz Grullón, Bienvenido Brens, Miguel Alfonseca, Enriquillo Sánchez, Narciso González, Manuel del Cabral, Rubén Suro, Antonio Fernández Spencer, Rafael Colón, y muchos otros, iguales en importancia.

En ese barrio, -que no si se llama “El Millón” porque las casas costarían un millón de pesos de los de ese entonces, o porque allí se alojaron muchos de los 300 millonarios que florecieron bajo la mirada reflexiva del doctor Balaguer, quien “resignado” decía que “la corrupción se detiene en la puerta de mi despacho”-vive también mucha gente honorable y trabajadora que nada tiene que ver con ese reparto alegre de los bienes nacionales.

Pienso que vivir en la calle Presa de Tavera a esquina Presa Río Bao, debe ser un poco angustiante en temporada ciclónica; aunque reconozco que allí deben confluir muy buenas vibras y energías.

Y no sé qué le respondería un padre a su hijo, si éste, al leer en el poste de la esquina el nombre de su calle, sintiese la curiosidad de preguntarle, por ejemplo, quién era Carmen Celia Balaguer o Reforma Agraria.

Es indudable que los acólitos balagueristas, aprendieron mucho de Trujillo, quien bautizo con su nombre y los de toda su familia, calles, plazas, parques, hospitales, liceos y avenidas en todo el país; incluidos la histórica Ciudad Primada de America.

Porque, ¿quién ha visto que las obras que todo gobierno debe realizar, merecen honra y honor por sí mismas, como para nombrar con ellas las calles de todo un residencial? ¿Ni que, por compartir los genes y los apellidos del presidente, deba alguien ser reconocido por las presentes y futuras generaciones?

Yo felicito a los promotores de esta idea, en la persona del Secretario de Estado de Cultura, licenciado José Rafael Lantigua, por el buen aprovechamiento que hará de nuestras calles para honrar y eternizar en la memoria histórica de nuestro pueblo, a tan meritorias personalidades.

¡Ojala que al quitar los nombres, no cedan en hacer excepciones graciosas y que don Roberto Salcedo y el ADN, acojan con premura esta propuesta!

Después de esto, estoy casi segura -porque me consta que hay criterio suficiente- de que ninguna calle será denominada: calle Metro, Parque “Las Canquiñas”, Túnel ó Elevado de la 27; por solo mencionar algunas obras de este gobierno.

Y ya se encargará la historia, a su debido tiempo, de esos otros nombres, indebidamente puestos a calles, avenidas y aeropuertos, fruto de componendas políticas y electorales. Notemos que pocos recuerdan hoy, que el remozado Parque Enriquillo, llevaba el nombre del padre del que se creía padre y benefactor del pueblo dominicano.

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La autora es periodista
elsapenanadal@hotmail.com.

jueves, 13 de agosto de 2009

¡Ni Guardias Ni Hombres Casados!

Elsa Peña Nadal

Nuestra casa en Hato Mayor del Rey, colindaba al fondo del enorme patio, con el patio del cuartel policial, por lo que se nos tenía prohibido a mis hermanas y a mi, jugar junto a esa cerca, conformada por altos árboles de sombra y varias cuerdas de alambre. Tampoco se nos daban respuestas del origen de los frecuentes gritos proferidos por los presos sometidos a interrogación. Pero todo esto cambió con la llegada del Teniente Camilo, un joven y ex seminarista de ojos verdes, muy dado a la conversación y amante de las hortalizas, que más que policía, parecía un actor de cine.

En el cuartel, los gritos terminaron y proliferaron en el patio canteros llenos de tomates, ajíes, berenjenas y lechugas; entre otras hortalizas cultivadas por los prisioneros de paso, bajo la diaria supervisión del nuevo teniente, quien gustaba de las conversaciones con mis padres bajo la sombra del mismo árbol, aunque cada quien en su territorio, y casi siempre saboreando el cafecito del medio día.

Había tenido Camilo la costumbre de flagelarse la espalda con un látigo y nos mostró sus cicatrices. Papá le reprochó esta práctica, por innecesaria y brutal, argumentándole que ya Cristo había pagado un alto precio por nosotros. Era como si mis padres hubiesen adoptado el hijo que no tuvieron; y no me cabe duda de la confianza que se tenían y de la profundidad de los temas que trataban en absoluta privacidad, en esos años en que Trujillo convirtió a este país en una especie de finca de su absoluta propiedad.

Por su reiterativa queja de que no había en el pueblo un solo sitio donde comprar comida “decente”, y argumentando que pasaba mucha hambre, tras una súplica de meses, terminaron mis padres accediendo a venderle al joven Teniente, una cantina que retiraba un policía junto a la cerca, a las doce en punto de cada día, de lunes a viernes. Y a partir de ahí, hasta se atrevía el joven teniente a sugerirle a mi madre, variantes en el menú, con preguntas como: ¿Tatá, tú sabes hacer pastelón de plátano maduro?

Recuerdo que los propietarios de la casa, ricos terratenientes que nunca quisieron vivir fuera de su campo, me invitaron a pasar unas vacaciones en su finca. No puedo describir la emoción de una niña de ciudad, al ver cómo se extraen de la tierra la batata y la yuca y cómo se siembran de inmediato los pedazos del tallo en el mismo hoyo; cómo se cortan de un solo machetazo racimos de plátanos verdes y también madurados en la mata; además del gusto de comer esos víveres asados en la ceniza de un fogón de leña; así como una mazorca de maíz o las semillas del cajuil.

La alegría de montar en caballos, bañarse en el río, recoger huevos en los nidos, pelar el arroz a dos manos en un pilón de tu mismo tamaño; trepar en los árboles y coger las frutas con las manos; hacer muñecas de trapos; así como escuchar cuentos de Juan Bobo y Pedro Animal, en un rincón de la cocina al anochecer. ! No hay vacaciones en Disney Word ni en ningún lugar del mundo que ofrezcan tantas emociones!

Esta familia poseía un voluminoso libro de medicina natural, o alternativa como ahora se dice, que también adquirió mi madre en uno de sus viajes a la capital, el cual prestaba ocasionalmente a Camilo. Y recuerdo que durante esas vacaciones, uno de los hijos pequeños del matrimonio, tenía lo que ellos llamaban “mal de orina” y se quejó de fuertes dolores. La madre mandó entonces a hervir un poco de agua y pidió con toda naturalidad: --¡“tráiganme un grillo”!-- (Y mi mente infantil pensó, ¿un grillo?, ¿donde los guardan?). Entonces, uno de los hermanitos mayores, volteó un tronco de madera seca donde frecuentemente nos sentábamos; tomó un grillo vivo, le desprendió una pata trasera y se la pasó a su madre quien enseguida la introdujo en el jarro con agua caliente, lo tapó unos minutos y le dio a beber esta infusión al niño, quien al poco rato descargaba feliz frente a nosotros, todo el líquido de su vejiga.

Del entonces teniente Camilo y de estas vacaciones, queda mucho por decir pero basta agregar que cuando mi familia estuvo radicada de nuevo en la capital, continuó la relación de amistad con el militar que ya había sumado años a su vida y rangos a su uniforme. Ahora bien, Camilo tuvo que guardar ciertas y prudentes distancias con mi familia, por la conjugación de los gobiernos de fuerza de Balaguer y mi militancia izquierdista, agravada por mi matrimonio con Homero Hernández. Los avisos les llegaban a mis padres desde el mismo cuartel policial, advirtiéndoles de la seria condena a muerte que pesaba sobre su hijo político, así como del recrudecimiento en la búsqueda del joven dirigente catorcista.

Y así fue como, tiempo después, cuando por fin lograron tachar su nombre de la lista negra elaborada por los yanquis tras la Revolución de Abril, yo pedía reiterativamente desde mi celda en el Palacio de la Policía, que me llevaran con el Teniente Coronel Domingo Camilo Rosa. Cuando al día siguiente me mandó a buscar y me entraron en su oficina, se le notaba nervioso, y sin levantar la vista de los papeles en su escritorio, me dijo antes de que yo le hablara: “Elsa, ya todo pasó; cuando te interroguen te pondrán en libertad, debes tranquilizarte”—“!Camilo,-- le contesté, ahogada en los sollozos—yo lo único que estoy pidiendo es que me lleven a la funeraria; quiero verlo antes de que lo entierren, aunque me traigan de vuelta para acá!”—

Esta vez pude ver sus ojos verdes, tristes, cansados, cuando levantando su rostro me dijo para que todos le oyeran:--“! Te conozco desde que eras una niña, Elsa Peña, aunque no comparto tus ideas y tus métodos de lucha; pero yo no puedo hacer nada. Ya hablé con tus padres: tu esposo fue enterrado esta mañana, hace una hora. Vuelve a tu celda y ponte a rezar!”— y bajando de nuevo la vista dio por terminada la conversación.

Para no perjudicarlo mas de lo que ya podía estar, me di vuelta en silencio dejándome conducir hasta la celda que ocupaba desde la mañana anterior, cuando fuimos fatalmente interceptados en la antigua avenida San Cristóbal—hoy llamada Héctor Homero Hernández Várgas--, siendo él transportado a la morgue del hospital Gautier dentro del baúl de un carro; y yo, en loca carrera hacia el cuartel policial, en nuestro mismo auto y sentada entre los dos policías que momentos antes le habían ametrallado y dado el tiro de gracia.

Mis hermanas y yo, fuimos criadas bajo la advertencia materna de: “ni guardias, ni hombres casados”, pero Camilito fue un militar que siempre tuvo en nuestra familia un lugar muy especial. Por eso, cuando hice las paces con nuestro Creador, comencé a incluirlo en mis oraciones.

elsapenanadal@hotmail.com

Protesta mundial ante nuevo atropello en Birmania.


Por Elsa Peña Nadal

Hoy, los principales diarios del mundo, recogen la protesta de la comunidad internacional, ante el nuevo atropello perpetrado contra el ícono de la democracia y Premio Nóbel de la Paz, Aung San Sun Kyi, líder de la Liga Nacional por la Democracia en Birmania.

Tras 14 años de prisión domiciliaria ha sido condenada nuevamente; esta vez a tres años de trabajos forzados, los cuales fueron conmutados por 18 meses de reclusión domiciliaria, donde no puede ser visitada ni por sus propios hijos, dos de los cuales viven exiliados en el Reino Unido; y otra, de 30 años de edad, comparte condena junto a ella y otras mujeres miembros de su coalición política.

La acusación, que solo busca impedir su participación en las elecciones legislativas que el régimen militar se propone realizar en el 2010, es que violó las restricciones domiciliarias permitiendo la entrada a un ciudadano norteamericano que se coló en su casa tras cruzar a nado el Lago Inya, próximo a la parte trasera de la vivienda que ocupa.

Su residencia es custodiada por decenas de efectivos militares, quienes fueron, supuestamente, trasladados y encarcelados tras el hecho.

Grupos de Derechos Humanos; la propia Organización de la Naciones Unidas; lideres de todo el planeta, desde Londres hasta Tokio, como el Secretario General de la ONU, Ban Ki Moom, han rechazado esta nueva condena y exigido, enérgicamente, la libertad de Sun Kyi y de todos los presos políticos sometidos por la dictadura militar que encabezan su presidente, Than Shwe y su primer ministro, Thein Sein.

En Bruselas, el presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Bugek, condenó con firmeza la sentencia de arresto domiciliario y reclamó su “liberación de manera inmediata e incondicional”; y a su vez, Barak Obama, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, la calificó de “injusta”.

La dictadura militar perdió arrolladoramente en 1990, las elecciones parlamentarias, ultimas que ha realizado, y no reconoció el triunfo aplastante de la Liga Nacional por la Democracia que lidera la Premio Nóbel de la Paz. En 2007, la dictadura se vio afectada por masivas protestas dirigidas por monjes budistas, las cuales fueron brutalmente reprimidas.

Birmania, ( Myanmar) que se independizó del Reino Unido en 1948, está dirigida por una Junta Militar desde 1962, y colinda al Norte con China Continental; su gran aliada; al Este con Laos y Tailandia y al Oeste, con La India, Bangladesh y el Golfo de Bengala.

La Asociación de Naciones Unidas del Sudeste Asiático (ASEAM) de la que Birmania forma parte, dijo que dicha sentencia era “decepcionante” y pidió la puesta en libertad de la líder opositora y de los cientos de presos políticos; así como la apertura al dialogo entre los birmanos para contribuir con la reconciliación nacional.

Pero el Ministerio de Asuntos Exteriores de China, única voz disidente, ha reclamado a la comunidad internacional, respetar la soberanía judicial de Birmania. Al parecer, China necesita a sus vecinos de mano dura, ubicados al Sur de su territorio. Lo que es inaceptable es que tras cuarenta años de dictadura, las grandes potencias que hoy negocian con China, no quieran enfrentar abiertamente a la dictadura militar birmana.

“Ha llegado el momento de que el mundo juzgue a los generales birmanos”-- dice la organización Avaas.—la que está “ lanzando un llamado para que el Consejo de seguridad de Naciones Unidas investigue los crímenes contra la humanidad cometidos por el régimen. Y expresa que “una resolución de culpabilidad podría desembocar en la incriminación de los líderes de la Junta Militar por parte de la Corte Penal Internacional”--.

Pero Avaas lamenta que EE.UU y Gran Bretaña tengan cierto recelo en desafiar a China, su aliado comercial, y a la vez gran aliado de la dictadura birmana.

Y afirma que un reciente informe realizado por prestigiosos juristas de la Universidad de Harvard, se da cuenta de que “la ONU ha estado documentando el reclutamiento forzoso de decenas de miles de niños para convertirlos en soldados; la existencia de mas de un millón de refugiados y poblaciones desplazadas internamente; numerosos casos de asesinatos y torturas; violaciones masivas y el desplazamiento forzoso de mas de 3,000 aldeas de minorías étnicas.”

Aung San Sun Kyi, que desde hace mas de veinte años se ha opuesto con firmeza y valor a este estado de cosas en su país, ha regresado a su hogar después de pasar los tres meses que duró el juicio, en el “pabellón de máxima seguridad” de la cárcel de Insein, en las afueras de Rangún.

Dice la prensa que ella tiene como cárcel, el caserón blanco de dos plantas que heredó de su madre, el cual está casi vacío, pues se ha visto obligada a vender el mobiliario materno para no tener que aceptar la manutención del régimen militar. Allí, la mayor parte de su tiempo lo pasa dedicada a las meditaciones; a escuchar la radio y sus óperas favoritas en un viejo tocadiscos.

Esta mujer, Premio Nóbel de la Paz, resiste con dignidad; el mundo debe apoyarla para que sea restablecida la paz y la justicia en Birmania.

elsapenanadal@hotmail.com

Tania Medina hablará de ‘la teoría Barbie’ en Days To Shine

  “Me gustaría que no se quede ni una dominicana sin aplicar en su vida ‘la teoría Barbie’, pero si quieren saber de qué se trata, quiero qu...