domingo, 28 de junio de 2009

Recuerdos de Curazao, Isla de Sotavento





Por Elsa Peña Nadal


Conocí a Homero Hernández, recién finalizada la guerra de Abril; el Movimiento Revolucionario 14 de Junio y las demás fuerzas opositoras de izquierda, estaban sujetos a una tenaz represión; siendo él, uno de los dirigentes mas buscados. De ahí que a los cuatro meses del inicio de nuestra relación, Homero y otros compañeros, tuvieron que salir clandestinamente del país.

Antes de su viaje, fui invitada a una reunión sin agenda previa; al llegar, me fue presentado un joven que era “un compañero de San Pedro de Macorís”.Tras decirle mi nombre junto al apretón de manos, proseguí a saludar a los demás y enseguida escuché como todos reían. No entendía el motivo de las risas y mucho menos que el compañero que acaba de conocer, me echara el brazo por la espalda atrayéndome hacia sí.

--¿No me conoces “flaquita”?,-- me preguntó cariñoso, y fue cuando, por la voz, reconocí a Homero Hernández. Su mandíbula superior había cambiado debido a una prótesis a modo de encías, que bordeaba sus dientes, trabajo hecho por Luís Pérez, dentista catorcista; cambios en el pelo y las cejas, a cargo de la compañera Zunún, esposa de Dato Pagán; así como hombreras en su traje, y otros detalles, que le hacían irreconocible hasta para su novia.

Tras esta prueba, partimos hacia el aeropuerto. Allí, varios compañeros de la seguridad, vigilaban cada paso nuestro hasta que abordó el avión. Recuerdo la sonrisa de simpatía que concitamos entre el personal, a la entrada de migración, ante nuestras efusivas y premeditadas muestras de cariño durante la despedida.

Mientras le veíamos entrando al avión desde el ventanal del segundo piso de la Terminal aérea, una compañera dijo sobre mi hombro: “Les pasó frente a sus narices uno de los hombres mas buscados por este régimen”.

Siete meses después, estaba yo viajando a Curazao para facilitar su regreso clandestino al país. Armando Manzanero estrenaba su éxito “Adoro” y esta canción se oía por todas partes.

Cuando llegué al lobby del hotel, se acercó a mí la compañera que había sido enviada tres semanas antes, sin ningún resultado favorable, a realizar la tarea que ahora estaba a mi cargo. Pagó su cuenta y nos fuimos a otro hotel, donde compartimos habitación.

Me indicó que los compañeros se habían alojado en la Pensión Bolívar de donde habían salido antes de su llegada. Ella los había buscado infructuosamente durante una semana; así que me dirigí hacia ese lugar y pedí hablar con el encargado, identificándome como hermana de uno de ellos.

Con amabilidad me mostró la habitación y sus pertenencias, pero cuando quise retirarlas y pagar la cuenta pendiente, me sugirió pasar primero por Migración pues la habitación estaba “sellada” por esa dependencia gubernamental, toda vez que eran turistas, y al parecer, desaparecidos.

Al salir, un anciano que parecía dormitar, me llamo por señas y hablando tanto en español como en ingles, me dijo que mis amigos estaban escondidos en algún lugar, que tenían contacto con un joven que venia con frecuencia a la pensión; quiso saber donde me alojaba para enviarlo conmigo. Le dije que yo vendría todas las tardes hasta que nos encontrásemos.

Tuvo la precaución de advertirme que me cuidara del chico, que era capaz de dejarme sin documentos, sin prendas y sin un florín encima; “es mas-- me dijo, blandiendo una pipa entre sus arrugados labios,--ese le roba la ropa interior sin que usted se entere, pero no es malo; para lo demás, puede confiar en él”, agregó, y no pude menos que reírme.

Alquilé un auto y durante dos días recorrí Willemstad de cabo a rabo. Esta cuidad, la única de Curazao, es su capital y posee un enorme puerto natural que se asemeja a un canal, el cual la separa en dos y de uno a otro lado, se cruza sobre un puente, el que se abre al medio para dar paso a los barcos.

A ambos lados del muelle, las hileras de edificios tienen diseño holandés, pero con la particularidad del intenso y variado colorido caribeño. Es la única ciudad holandesa declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.

En mi tercer día en la ciudad, fui con mi compañera a Campo Alegre, zona de tolerancia donde las prostitutas pueden realizar su “trabajo” sin ser molestadas por las autoridades, siempre que no trasciendan los límites territoriales establecidos. Es un lugar turístico como toda la isla; allí hable con algunas mujeres dominicanas y les mostré las fotos de los compañeros, sin ningún resultado.

El cuarto día, encontré en la pensión al chico junto al anciano; salimos, y al cruzar por un establecimiento bancario, entré y nos sentamos a conversar. Me dijo que había perdido el contacto con los muchachos porque ellos no permanecían mucho tiempo en un mismo lugar; que le avanzara algún dinerito y que le dijera donde me hospedaba para ir por mi cuando los encontrara.

Le advertí que se le pagaría solo cuando estuviera frente a los muchachos; que no intentara nada raro conmigo porque perdería su tiempo, ya que yo no andaba con dinero, ni prendas ni documentos encima; y tras indicarle el lugar donde nos volveríamos a ver, abordé un taxi y me fui de allí.

Cuando dos días después vi la risa en el rostro de Charles, nombre del joven lugareño, supe que los había encontrado; en esta ocasión, andaba yo con Milagros, mi compañera, la cual temía dejarme sola con este chico. Nos dirigimos a la playa al anochecer y caminamos los tres con toda calma: “ellos nos encontrarán a nosotros”, había dicho el contacto.

Caminando con los zapatos en las manos, disfrutaba del agua salada que, traída por los vientos alisios, me salpicaba el rostro; en tanto, mis pies se enterraban en la arena. De vez en cuando, se oía la euforia de turistas apostados en las ventanas de sus hoteles, al ver los destellos plateados en la oscuridad del horizonte, señal del salto de los delfines.

Dos hombres venían de frente hacia nosotros; --“!son ellos!”-- dijo el chico y echó a correr a su encuentro. Milagros y yo detuvimos la marcha, expectantes. Homero me silbó y le reconocí en la oscuridad. Cuando estuvimos frente a ellos, extendimos nuestras manos y nos saludamos los cuatro, como camaradas. En ese momento, él era para mí solo un dirigente y yo andaba en misión política

La reunión, sentados en circulo sobre la arena, fue breve; saqué dinero que guardaba amarrado a mi pelo y se lo entregué a Homero, quien, tras dar unos informes en privado a Milagros e indicarle que al día siguiente debía regresar en el primer vuelo a Santo Domingo, coordinó con el chico el lugar donde nos encontraríamos al otro día. Nos devolvimos todos por donde mismo habíamos venido.

Esa mañana, Milagros tomó su vuelo y yo tome un taxi hacia donde me esperaba Charles; de allí caminamos hasta una iglesia cercana. Homero hablo con el chico; él estaba contactando a un venezolano dueño de un yate mercante, quien cada domingo traía frutas y vegetales desde su país, para venderlos en la misma embarcación, en lo que era, una especie de mercado acuático. Había muchas posibilidades de que los pudiera sacar de Curazao.

Ajustamos los relojes y acordamos que cuando quedásemos de reunirnos a una hora determinada, y alguno no se presentara; pasados diez minutos, debíamos salir presurosos del lugar. El chico se fue y los compañeros y yo abordamos un taxi que nos dejó en mi hotel, entrando en mi habitación cuidando de no ser vistos.

Allí quedaron Billo y Homero y mientras se bañaban y quitaban la barba de varios días, yo salí a comprarles ropa nueva. También compré comida para no levantar sospechas en el hotel. Regresé cargada de paquetes y cuando pedí mi llave, la recepcionista, como siempre, me puso conversación. La chica era dominicana y creía que yo estaba en Curazao comprando mi ajuar de novia.

Aún así, esta muchacha, hacia de mandadera de un viejo, propietario del hotel, quien le había confesado su interés por mi. Ya varias veces le había dicho a ella que yo tenía mi novio y que ese viejo podía ser mi bisabuelo. Ella reía y me decía: “Hija, que te cuesta; ese viejo ya no ofende”. E insistía en que era dueño, además del hotel, de joyerías en la ciudad y en el aeropuerto.

Los muchachos se pusieron su ropa nueva y desecharon en fundas la que apestaba a pescado; no en vano tenían varios días escondidos en la playa. Reían mientas comían, pues les conté que “el abuelo de Agustín Lara” quería llenarme de joyas.

Billo me preguntaba por su mamá, por su esposa Rhina, y por sus hijos, con quienes me unía una amistad personal, pues si bien ella no era militante del Partido, vivía en las proximidades de mi casa materna, siendo la suya, punto de reunión para mi y Homero.. Hablamos mucho y conteste a todas sus preguntas sobre el Partido y el país.

Luego, Billo empezó a hacernos bromas; le reiteraba una y otra vez a Homero, lo dichoso que era:-- “!Qué bueno es ser jefe, -le decía poniendo cara triste--mira cómo te mandaron a la novia!”-- y Homero le contestaba diciéndome:--“Elsita, qué mala amiga eres, ¿por qué no trajiste a Rhina contigo, y a los niños también para que vieran a su papá?”--

Al anochecer, partieron los muchachos a reunirse con el venezolano y quedamos de vernos al día siguiente, en una placita aledaña a una iglesia. Pero eso no se materializó. Charles y yo llegamos por separado y al notar que los muchachos no llegaban, recordamos la advertencia; y nos retiramos del lugar.

Cuando pedí mi llave, de vuelta en el hotel, un señor me mostró su placa y me pidió que le acompañara a las oficinas de Migración, “donde me harían algunas preguntas”. Miré extrañada a mi compatriota, la recepcionista, al tiempo que preguntaba al inspector, que a qué se debía esto, ya que yo no estaba en falta.

Reiteró, con amabilidad, que solo me harían unas preguntas y me traería de vuelta; la recepcionista me dijo: “Elsa, vete tranquila, que aquí no es como en Santo Domingo; yo te aseguro que no hay problemas; esto es de rutina”.

Aún así, extendí la mano hacia el teléfono diciendo que llamaría a mi Consulado,--cosa que obviamente no habría hecho--pero el inspector sujetó mi mano y me dijo rotundo: --“Señorita, debe acompañarme cuanto antes; no puede hacer esa llamada”--.

Me permitió pasar por mi habitación a cambiarme de ropa y me espero en la puerta de salida. Desde la habitación llame a la recepcionista y esta trató de tranquilizarme:--“Ya me preguntó todo de ti,--me dijo--sabe que estas acá de compras y que eres una chica decente; ve tranquila que yo a él le conozco bien”.

Al entrar, noté que eran blancos holandeses la mayoría de los oficiales de Migración, a diferencia del que me trajo; vestían pantalones negros, camisas blancas de mangas cortas y corbatas negras y largas. Una foto grande de cuerpo entero de la Reina de Holanda, con ostentoso marco dorado; la bandera, escudos y sellos de ese país, engalanaban las paredes del recinto.

Tras saludarme y ofrecerme asiento, el oficial me pidió el pasaporte, lo reviso cuidadosamente y me lo devolvió. Como tardaba en hablar, calmé mis nervios preguntándole: --“Por qué estoy aquí, Oficial, usted no cree que esto es una molestia para una turista que viene de compras a su país?”

--“Es que usted no se hospedó en el hotel que indicó en Migración del aeropuerto; cambió de hotel y no lo notificó a Migración”;-- me dijo como excusa, aunque ambos sabíamos que solo estábamos ganando tiempo para entrar en materia. Le contesté que yo no conocía de sus reglas, que ese hotel no me agradó cuando llegue y en el mismo taxi, me fui a otro.

Sonriendo, me preguntó a boca de jarro:--“¿Cual de los dos chicos es su novio?”-- Como no le contesté, y en cambio, arrugué el ceño fingiendo no entender la pregunta, prosiguió:--“Ya le hemos informado a él que usted se ha portado muy bien acá en Curazao, que se acuesta muy temprano.”—me dijo.

--“No se de qué chicos me habla usted”--le contesté. —Aquí se puso serio y me dijo tajante: --“permítame la llave de este maletín, usted la tiene consigo”—Reconocí el maletín de Homero.

Mi respuesta esta vez, y también para ganar tiempo, fue que tenia derecho a hacer una llamada a mi Consulado; y qué sorpresa recibí cuando el oficial me expresó, muy molesto, que ese Cónsul dominicano era un delincuente, que se dedicaba a la trata de blancas y al contrabando de bebidas y de todo tipo de mercancías; agregando que con él, a nosotros tres nos iría peor, cosa que podía asegurarme muy bien.

Bajé la cabeza e hice silencio. El oficial giró en su silla y empujó una puerta a sus espaldas: detrás, en una oficina pequeña, estaban Billo y Homero; éste me ofreció una sonrisa de circunstancia, y me dijo: “Dale la llave, Elsita”. Acto seguido, saqué la llave y se la pasé; abrió el maletín sobre su escritorio, sacando sus pasaportes y otras pertenencias.

Entre tanto, yo pensaba:--“En Santo Domingo, ya lo habrían abierto aunque fuese a balazos”. —

El oficial nos reunió a los tres y nos informó que debíamos proceder a liquidar la deuda

en la pensión; que mientras no concluyeran las investigaciones, los muchachos quedarían detenidos; yo estaba en libertad. No me permitió hablar en privado con ellos; así que no sabía yo qué decir, ni hacer, en esas circunstancias.

Me llevaron a la Pensión Bolívar, pagué y retiré sus pertenencias; de ahí partimos hacia mi hotel; en el trayecto, pedí al oficial que me anotase la dirección de la cárcel donde recluirían a mis amigos. Compré comida en el hotel y me fui en seguida a llevársela. Estaban en diferentes recintos carcelarios; así que de una tuve que partir para la otra.

Solo diez minutos me permitieron con cada uno; suficientes para que Homero me explicara que debía buscar un abogado; ubicar las aerolíneas y vuelos a Santo Domingo; avisar a nuestros compañeros dirigentes de su nueva situación; así como no revelar, todavía, sus verdaderas identidades.

El abogado me tranquilizó bastante pues me dijo que ellos solo podían ser devueltos “al país de procedencia”; es decir, al país de donde habían venido hacia Curazao; en este caso, a Francia. Por abandonar el hotel por falta de dinero, y pasarse del tiempo establecido en la visa, sólo les pondrían una multa, antes de mandarlos de vuelta.

Pero el abogado no entendía; sin embargo, por qué razón no nos habían dicho esto.

Al día siguiente, encontré a Homero muy tranquilo; no así a Billo, quien se notaba muy preocupado. Homero tenia la misma información que me dio el abogado, pues un abogado preso, se la había dicho sin cobrarle nada. Esto no tranquiló para nada a Billo, cuando se lo notifiqué.

Pero al parecer, la CIA, o la inteligencia holandesa, ya habían detectado las verdaderas identidades de mis compañeros. Por eso, al salir de la cárcel y sin que ellos se enteraran, me esperaba un oficial que me llevó, de nuevo, a Migración.

Una vez allí, fueron muy directos conmigo. Me sentaron en una silla mientras ellos permanecieron de pié, todo el tiempo, con los brazos cruzados sobre el pecho; eran tres los que me interrogaban, indistintamente. Me dijeron que mis amigos tenían documentos e identidades falsas; y también sus verdaderos nombres, afirmando que solo los delincuentes, ocultaban sus identidades. Y con cierta ironía, me preguntaron si esta vez deseaba yo hablar con el Cónsul de mi país..

Así que no me quedó otra salida que decirles:-- “Mis compañeros y yo, somos todo lo contrario a los delincuentes: nosotros somos militantes políticos; miembros del Movimiento Revolucionario 14 de Junio; ellos vienen de tener una destacada participación en la recién pasada contienda bélica de Abril del 65; ellos pertenecen a la oposición; hacen vida clandestina en nuestro país, por eso tienen documentos falsos.”--

Y ante su silencio, seguí explicándoles con vehemencia y sin ser interrumpida, el objetivo de su visita a Curazao. -- “Si ustedes los envían a mi país, ellos serán asesinados; esto puedo asegurárselo, —les dije-- ustedes leerán la noticia de sus muertes en los diarios”,-- y les indiqué los nombres de combatientes, asesinados en el año y medio transcurrido después de finalizada la guerra. En este punto, ya mi voz estaba quebrada por la emoción.

--“Nuestro Cónsul,-- agregué,-- no tiene que usar documentación falsa; y es, sin embargo, un delincuente, como ustedes mismos han dicho; pues es un representante del gobierno de facto de nuestro país; un cómplice de los que derrocaron al gobierno constitucional del presidente Juan Bosch, por cuyo regreso al poder, luchó el pueblo dominicano; y lucharon también esos dos muchachos a quienes yo he venido a auxiliar, enviada por nuestro Partido”.-- Concluí citándoles los artículos de la Ley que me indicó el abogado.

--“Una sola pregunta quiero hacerle, Señorita”—me dijo uno de los oficiales pero fueron mas de una—“Por qué si ellos corren peligro de muerte en su país, vinieron acá desde Francia para ingresar de nuevo a Santo Domingo; por qué no se asilaron en Francia?--

--“Porque somos revolucionarios, Señor, y tenemos una tarea que terminar; los norteamericanos con su invasión, nos arrebataron el triunfo que ya teníamos en las manos. Esto es un asunto de ideales. ¿Qué más quiere Usted que yo le diga? ¡Hablen con ellos para que se lo expliquen mejor que yo, por favor! Entiendan que si ellos hubiesen querido abandonar la lucha, habrían salido del país desde que terminó la guerra pues muchos países les habrían dado asilo.”—le contesté al borde del agotamiento.

Después de una reunión privada entre ellos,-- que a mí me pareció más larga que un parto de primeriza-- me mandó con el oficial que me trajo, a pagar los boletos del viaje de mis compañeros:

--“Lleve a la señorita a Air France”—le dijo.

Me paré como impulsada por resortes. ¡Gracias!,-- atiné a decirle emocionada,-- ¡Muchas gracias!

Cuando salimos, le pedí al oficial que me llevara al hotel pues no andaba yo con dinero suficiente para eso; en el camino me mencionó a Caamaño y se notaba muy enterado de todo lo que había acontecido en el país en el pasado reciente.

Llamé a la aerolínea para indagar por el costo de ambos boletos y casi me da un mareo, cuando caí en cuenta de que no tenia completa esa cantidad de dinero; así que el oficial me llevó a una central telefónica y delante de él, ya que no se despegó de mi lado, llamé a Aniana Várgas a Santo Domingo y le explique, muy angustiada, la situación de los muchachos.

Aniana me prometió mandarme el dinero faltante, “cuando lo consiguiera entre los colaboradores”. Y agregó que mi familia estaba muy preocupada y estaba amenazándolos con ir a la policía; sugiriéndome que los llamara de inmediato para que supieran que yo estaba bien.

--“Reitérales—me dijo-- lo mismo que yo ya les dije: que si van a la policía, te arrestarán en el mismo aeropuerto en cuanto llegues”--.

El oficial se fue, dejándome en el hotel. Ahora tenía yo una nueva preocupación, pues no había caído en cuenta de que había transcurrido casi una semana desde que salí de mi casa y jamás me había acordado de lo que me esperaría al regreso.

Llame a una tía pues no estaba en ánimos para enfrentarme con mis padres. El dinero llegó dos días después. Migración compró los boletos en mi presencia y me dijeron que al día siguiente, mandarían a los compañeros de vuelta a Francia, al tiempo que me conminaron a tomar un vuelo que partía esa misma tarde para Santo Domingo.

Les dije categóricamente, que hasta que yo no los viera entrar a ese avión y perderse en las nubes, no me iba de Curazao; se rieron de buenas ganas pues al parecer solo querían conocer mi reacción ante su propuesta.

Cuando llegué al hotel, me percaté de un regalo sobre mi cama: una hermosa pulsera de oro en un fino estuche, acompañada de una tarjeta con el nombre del anciano propietario del hotel. Mi primera intención fue devolvérsela con la recepcionista pero cambié de idea. Esa prenda, que parecía costosa, debía llegarle por una vía más segura a su propietario.

Al día siguiente, pase dos horas con los muchachos en una sala del aeropuerto, mientras llegaba la hora de su vuelo con destino a París. Estaban impecablemente vestidos. Billo me entregó unos regalitos para sus niños; se notaba triste y cansado.

Homero, muy abrazado a mi, me decía lo que debía transmitir a los compañeros, mientras me peinaba con sus dedos, como era su costumbre. Un beso en mi mejilla iba dirigido a “la macha”, como le decía a su madre. Y me repetía: --“Cuídate mucho; sé fuerte; lo has hecho muy bien.--”. Y me pedía que le cantara un pedacito de, “Adoro”, y yo le decía que si estaba loco, que nos miraban sus custodios..

En tanto, los oficiales guardaban una prudente y considerada distancia de nosotros.

Les acompañe casi hasta la escalerilla del avión, donde llegué, escurrida atrevidamente, detrás de sus custodios, los cuales esperaron conmigo hasta que el avión se perdió en el cielo. Trataba de ocultarles mi rostro lleno de lágrimas; las que brotaron cuando Billo, último en despedirse, me dijo, abrazándome: “Gracias por todo, compañera, nos veremos muy pronto”.

Los oficiales de Migración, me dijeron que como ya no me quedaba nada por hacer en Curazao, tratara de regresar cuanto antes a Santo Domingo. Les contesté que lo haría en el vuelo de la mañana siguiente.

Aproveché para pedirles que me indicaran cual de todas, en el aeropuerto, era la joyería del propietario del hotel donde me hospedaba, pues tenía que devolverle un regalo no autorizado, el cual yo no deseaba conservar.

Me acompañaron hasta el local; donde entregué la prenda a la vendedora y ellos le solicitaron que me firmara un recibo, donde consignaba la devolución y la referencia de la joya. Cuando me dejaron en el hotel, les agradecí la amabilidad conque nos trataron durante todo el proceso que acaba de finalizar. Y no los volví a ver.

Al despedirme al día siguiente de la recepcionista, mi compatriota dominicana, ya había sido enterada por su jefe, de la devolución del obsequio. Y riéndose, me decía:--“Me la hubieras regalado a mi, chica; nadie se iba a enterar; total, ya tu te ibas”-- Sin embargo, finalmente agregó, con aires de satisfacción:-- “Está bueno eso que hiciste para que “Agustín Lara” sepa que también habemos dominicanas decentes”.

Y por supuesto, no dejo de reclamarme que si desde un principio hubiese confiado en ella, revolucionaria cien por ciento, todo me habría resultado más fácil.

Cuando llegué a mi casa, comprobé que había yo rebajado, casi una libra por día; y contrario a lo que esperaba, nada me dijeron mis padres, aunque mamá no me dirigía la palabra. Fueron mis cuatro hermanas las encargadas de reprocharme por el sufrimiento que les causé a todos.

Sin embargo, a partir de este hecho y porque yo no abandonaba la militancia política, la relación con mi madre se deterioró a tal punto, que un día, cuando volví de la Universidad, me esperó con las maletas hechas y puestas en medio de la sala.

No alcancé a escucharle completo, el rosario de condiciones que me estaba poniendo para que pudiese seguir viviendo, “bajo este mismo techo”. Rápidamente, sin pronunciar ni una palabra, recogí mis libros y algunas otras pertenencias, y me fui de la casa. A mis espaldas, mi padre me llamaba, conminándome a regresar.

Me dirigí a la casa de Rhina, y al día siguiente pasé a vivir con la familia del compañero y dirigente campesino, Blanco Peña, alias “El Pai”. Meses después, cuando Homero regresó, nos casamos.

Los compañeros lograron ingresar al país, cuatro meses después de su salida de Curazao. Homero, que hablaba un perfecto francés, ingresó como “ciudadano” de ese país; en tanto que Billo, pasó por colombiano.

Vinieron en un crucero que toco puerto en Sans Soucí; y como todos los turistas, bajaron “a conocer” a Santo Domingo, la Ciudad Primada de América.

La autora es periodista
elsapenanadal@hotmail.com

viernes, 19 de junio de 2009

“ADORO”




foto: Homero Hernández

Elsa Peña Nadal

Recientemente me enteré de algo que no cambiará el curso de la Historia de la Humanidad, ni detendrá la construcción de una cementera en Los Haitises: todas las canciones de Armando Manzanero, inician con la misma palabra conque han sido tituladas. Esta, por ejemplo, que se llama “Adoro”, dice de entrada: “Adoro la calle en que nos vimos, la noche cuando nos conocimos…”

El estímulo auditivo, producto de una determinada canción, deja grabada una huella en nuestra memoria sensorial y produce una conexión entre nuestras neuronas; este suceso está íntimamente ligado a las circunstancias que rodearon el momento en que se produjo el estímulo, el que da paso a lo que luego denominamos como “un recuerdo”.

Por años he cantado esta canción y creo que mis hijos me habrán de recordar por ella. Y es que esta composición de Armando Manzanero, escrita en el año 1967, está asociada a mi juventud, a mis luchas y a mis amores; y sobretodo, a un sorpresivo e inesperado viaje que tuve que realizar, en misión política, a la isla de Curazao.

Como obsequio del Día de las Madres, recibí de mi ahijada Sol Mercedes, una entrada al concierto que, bajo el título, “Nostalgia”, ofreciera Manzanero en compañía de Marcos Antonio Muñiz, el Mariachi Vargas y nuestro querido maestro Rafael Solano.

Así que, sentada en el palco central del Teatro Nacional, junto a mi comadre Sol Milagros, su hermana Rosy, y Mery, amiga muy querida de las tres, cantamos y aplaudimos haciendo coro; retrotrayendo y realimentando las emociones de aquellos años idos, pero atesorados en una memoria que se reinventa para avanzar y situarse en los primeros lugares de nuestros mejores recuerdos.

A nadie importa si ya no cantan igual que antes: tienen la experiencia acumulada que les hace respetar a su público y dar lo mejor de ellos y cuentan con la fidelidad de más de cuatro décadas de sus admiradores, quienes les acompañan a cantar, reviviendo amores y desamores, penas y alegrías.

Aquel día en que comenzaron los planes para mi traslado a Curazao, llegó Aniana Várgas a mi casa, acompañada de una hermosa perra Pastor Alemán; venía con la excusa de conocer a los perros de los que yo le había hablado. Mis padres no tenían idea de que esta afable y educada señora, era una importante y apreciada dirigente del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, al que yo pertenecía.
Tras presentarla como una profesora de la UASD, y terminadas en el patio las platicas sobre los perros y los futuros encastes caninos, hizo Aniana un aparte para decirme que el Partido necesitaba de mis servicios; que si tenía, le entregara mi pasaporte, y que nos veríamos al día siguiente en un lugar que me indicó.

Mientras pasaba al baño, le entregué con discreción el documento, indicándole que estaba vencido, a lo que no dio importancia. Esa noche casi me desvelo, ante la emoción de verme elegida por el 1J4 para una misión política en el exterior. Con apenas 21 años, aunque si bien era novia de un alto dirigente, no pasaba de ser un simple cuadro de la base, sin ninguna experiencia política, a diferencia de otras compañeras de mi edad, con mayor tiempo en el Partido, que habían participado en la revolución y hasta viajado al exterior a recibir entrenamiento.

Como aún no sabia en que consistía la misión que me sería asignada, no podía deducir que mi condición de “no quemada” ante los servicios de seguridad, era lo que me convertía en la persona idónea para ese trabajo.

Recordé a Homero, a quien no veía desde hacía siete meses, pues con apenas cuatro meses de noviazgo, tuvo que partir al extranjero y andaría por China, Vietnam o Francia, desde donde a veces me escribía algunas cartas que llegaban a otras direcciones y me eran entregadas con retraso. “Se va a sentir orgulloso de mi cuando se entere”, pensaba yo, desvelada por la emoción.

Al día siguiente recibí mi pasaporte renovado, el boleto aéreo y cierta cantidad de dinero en dólares. Aniana Vargas y Fidelio Despradel Brache, me ofrecieron todas las explicaciones de lugar: dos dirigentes del Partido estaban ocultos en algún lugar de Curazao; se les había acabado el dinero y eran buscados por las autoridades de migración de la isla, adonde llegaron procedentes de Europa, para desde allí entrar clandestinamente al país. Pero esto no les había sido posible.

Mi tarea consistía en buscarles, y tras ubicarlos, entregarles el dinero y colaborar con sus planes; se me explicó claramente que por nada del mundo podían estos compañeros ser apresados y deportados a este país, pues sus vidas correrían grave peligro.

No era difícil imaginar ese escenario. Estaba muy fresco el recuerdo de la Revuelta de Abril y transitábamos por ese período conocido como “los doce años de Balaguer”. Ellos habían salido clandestinamente del país, y desaparecerlos desde que pusieran pie en el aeropuerto, no era nada del otro mundo. Sobretodo porque había un plan de exterminio de los cuadros políticos que se destacaron en dicha contienda bélica.


En el escenario, Armando Manzanero bailaba con increíble habilidad para sus 74 años; y tomándose un descanso en medio de las canciones, hacía gala de su buen humor. Nos contaba que a causa de su pequeña estatura, le era difícil encontrar pareja en los bailes; y cuando bailaba, siempre con chicas más altas que él, su cabeza quedaba colocada en un lugar muy engorroso.

Alardeó de su sangre indígena, al decir con orgullo que era hijo de dos indios mexicanos puros, recibiendo un caluroso aplauso del público, y agregó a seguidas: “pero también tengo sangre europea…de los españoles que entraron por mi tierra, Yucatán, y fueron comidos allí mismo por mi gente”.

El público, entusiasmado, le pedía al reconocido compositor y cantante, sus canciones preferidas: “Esta tarde vi llover”; “Somos Novios”, “Contigo aprendí”; etc. Y mi voz sobresalía entre los que también le solicitaban: “Adoorooo”.

Después de la reunión, regresé a mi casa; escribí una nota para mis padres y se la dejé con la trabajadora, quien se comprometió a entregarla en la noche, cuando notaran que yo no había regresado de la Universidad a la hora acostumbrada. Siempre tuve buenas relaciones con el servicio; éramos, como se dice ahora, “panas full”.

La nota decía algo así como: “Papá, mamá; estoy en una misión del Partido; no se preocupen por mi, no corro ningún peligro; pero si no quieren perjudicarme, deberán guardar completo silencio acerca de esto; regreso pronto. Les pide su bendición, Elsa”.

Pese a la confusión que se creó, mi madre relacionó “la misión”, con la reciente visita de Aniana, pues mi hermanita pequeña, complicó la cosa al informar que ella vio cuando saqué el pasaporte de mi gavetero y se lo entregué “a la señora que trajo al perro.”

“Imposible-- gritó mi madre alarmada-- ese pasaporte está vencido; la van a apresar en el aeropuerto”--. Y mi padre, mas en control, expresó:--“Para esos comunistas no hay nada imposible; para qué tu crees que ella lo vino a buscar aquí?”. Hagamos lo que pide Elsa, ni una palabra a nadie; y esperemos confiados en Dios; ella regresará sana y salva”.

Desde el aeropuerto llamé a Nilda Matos, amiga de mi madre, y propietaria y directora de un colegio en Los Prados, donde yo impartía clases en el nivel de preescolar. Sin poder darle muchas explicaciones, le pedí una licencia indefinida; y tras un silencio de su parte, solo atinó a decirme: “cuídate mucho Elsa”. El corazón me dio un redoble de tambora; quizás adivinó que estaba yo despedida.

Poco antes de abordar el avión, me dijeron el nombre de los compañeros a quienes iba yo a ubicar; tanto sus supuestos nombres y nacionalidades, como sus nombres verdaderos. Uno era Virgilio Gómez Suardí, alias Billo; y el otro, mi novio, Héctor Homero Hernández Várgas.

La compañera que me condujo al aeropuerto, reía a carcajadas por mi asombro y mi alegría, mientras me despedía con un abrazo. A partir de ese momento me desconecté completamente de este país; de la preocupación por mi empleo y por lo que me sucedería al regresar a mi casa. Todo quedó atrás. Solo tenía en mi mente esa islita de Curazao, a la que ya había ido de compras en dos ocasiones, en compañía de mi madre y mi hermana mayor.
--

“Mía, aunque con otro contemples la noche, y de alegría hagas un derroche, nunca te olvides, sigues siendo mía.”-- Manzanero interrumpe la canción y empieza a hablar de su ex esposa y madre de su hijo, músico también; y dice no explicarse por qué no están juntos todavía.

Cuenta que ella se volvió a casar, esta vez con un apuesto y altísimo alemán y que está seguro que nunca se separarán, “porque él no habla nada de español y ella no entiende ni un carajo en alemán.”

Ella sigue siendo mía, dice, porque los día quince de cada mes, tengo que mandarle un cheque, y si se me olvida, al otro día me lo están recordando “el gordo y la flaca” por la televisión.

Cuando por fin cantó “Adoro”, el coro del público se lució, parecía que habíamos ensayado previamente; más que cantar él, extendió el micrófono y nos puso a cantar a nosotros, y nos aplaudimos todos.

Rafael Solano, Marcos Antonio Muñiz y el insuperable Mariachi Várgas, después de sus respectivas presentaciones por separado, cerraron la noche con broche de oro, cantando entre todos, el clásico internacional del maestro Solano: “Por Amor.”

Por amor al Partido y a mi compañero, llegué yo a Curazao aquella tarde. En el taxi camino al hotel, oí por primera vez, y luego en la recepción cuando me chequeaba, y en muchas otras ocasiones en la isla, la canción de moda de Manzanero: “Adoro las cosas que me dices, nuestros ratos felices, los adoro vida mía”. Y desde entonces, me apropié de esa canción.

Lo que viví durante esos días, en la islita holandesa, fue mucho y muy intenso; pero es material para otro artículo.


La autora es periodista y una de las viudas de los 12 años de Balaguer
elsapenanadal@hotmail,com

Frases de Martín Lutero

• El pensamiento está libre de impuestos.
• La facultad del oído es una cosa sensible: muy pronto se sacia y al poco tiempo se cansa y aburre.
• Aquel a quien no le gusta el vino, ni la mujer, ni el canto, será un necio toda su vida.
• La humildad de los hipócritas es el más grande y el más altanero de los orgullos.
• Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia. Cuando muerden dejan una herida profunda
• Aquí estoy, no puedo obrar de otra manera, ampáreme Dios, Amén
• Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve.
• Aunque el final del mundo sea mañana, hoy plantaré manzanos en mi huerto
• La guerra es la más grande plaga que azota a la humanidad; destruye la religión, destruye naciones, destruye familias. Es el peor de los males.
• ...Que debe llenar las manos, lenguas, ojos, oídos y corazones de todos los hombres. La Biblia sin comentarios es el sol que por sí solo da luz a todos los profesores y pastores
• El corazón de un hombre es una rueda de molino que trabaja sin cesar; se nada echáis a moler corréis el riesgo de que se triture a sí misma
• La superstición, la idolatría y la hipocresía cuentan con grandes salarios, la verdad es mendiga
• Cuando Dios construye una iglesia, el diablo construye una capilla
• No hay más hermosa, amable y encantadora relación para la comunidad que un buen matrimonio.
• La facultad del oído es una cosa sensible: muy pronto se sacia y al poco tiempo se cansa y aburre
• Huss ha sido quemado pero no la verdad con él. Iré aunque se dirigiesen contra mí tantos demonios como tejas hay en los tejados
• En la tierra nada se presta tanto para alegrar al melancólico, para entristecer al alegre, para infundir coraje a los que desesperan, para enorgullecer al humilde y debilitar la envidia y el odio, como la Música.
• Todo cuanto se hace en el mundo se hace por una esperanza
• En nuestra triste condición, el único consuelo que tenemos es la esperanza de otra vida. Aquí abajo todo es incomprensible

jueves, 18 de junio de 2009

Preservemos a Los Haitises.






Elsa Peña Nadal

En la República Dominicana intentan construir una fábrica de cemento sobre un acuífero productor de mil millones de metros cúbicos de agua potable.

Santo Domingo, también conocida como La Hispaniola, es un tipo de isla continental con características similares a las islas de Madagascar y Papúa Nueva Guinea, y resume en poco espacio condiciones de relieve, hidrología, flora, fauna, temperaturas y pluviometría existentes sólo en los continentes, lo que la coloca en una situación de fragilidad extrema, puesto que cualquier alteración de alguno de sus ecosistemas influye en la estabilidad de los demás.

La amenaza de construcción de una fábrica de cemento en las inmediaciones del carso de Los Haitises, un ecosistema calcáreo considerado único en el Caribe, con una extensión de 1,823 kilómetros cuadrados, y que es el segundo sistema productor de agua de dicha isla, ha desatado una ola de rechazo entre la población dominicana –principalmente la población más joven- que no sale de su asombro, al ver cuán fácilmente se le entregan a un grupo de inversionistas 105 mil tareas de terreno para la construcción de una cementera, espacio que incluye parte de las tierras que se utilizarían para asentar varios cientos de familias campesinas para liberar las zonas vírgenes selváticas del carso en cuestión.

El movimiento ecologista de la República Dominicana y la Asamblea Nacional Ambiental –ANA – han respondido rápidamente a la intención, organizando protestas y movilizando sectores de la sociedad que hasta estos momentos habían permanecido algo indiferentes a la situación de los recursos naturales de la isla, terriblemente diezmados en su parte oeste, ocupada por la República de Haití, y perdidos en un 80% en la parte que ocupa la República Dominicana.

Parte del carso de Los Haitises está ocupado por un Parque Nacional del mismo nombre que existe sin su correspondiente área de amortiguamiento según establece la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza para esta categoría de área protegida. Anteriormente el Parque Nacional ocupaba un área de 1,600 kilómetros cuadrados, pero los manejos poco claros de políticos, congresistas y negociantes de bienes raíces despojaron sin explicación alguna y mediante una ley que todavía está en discusión, cerca de mil kilómetros cuadrados que correspondía a esa necesaria área de amortiguamiento.

Los ecologistas alegan, entre otros argumentos, que la producción de más de mil millones de metros cúbicos de agua de este carso es fundamental y estratégica para la sostenibilidad de seis provincias, incluyendo la propia capital dominicana. Indican que de este carso emanan 147 ríos y arroyos que alimentan varios acueductos en uso, y la construcción de una fábrica de cemento sobre esta formación resultaría desastrosa para la conservación de esta colosal formación.

Un grupo de técnicos de la Subsecretaría de Áreas Protegidas, de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales, había elaborado un informe advirtiendo que la instalación de una fábrica de cemento en Los Haitises resultaba inadmisible, puesto que pondría en riesgo tanto al acuífero como a las zonas boscosas, las que albergan numerosas especies en peligro de extinción, como lo es el “gavilán de Los Haitises” o Gavilán de Ridgeway (Buteo Ridgewayi); el solenodonte (Solenodon paradoxus), el manatí (Trichechus manatus) y otras especies, lo que ha llevado al Parque a ser clasificado como “Área Importante para la Conservación de las Aves” (IBA, por sus siglas en Inglés), clasificación hecha por la organizaciones “BirdLife International”, Grupo Jaragua y sociedad Ornitológica de la Hispaniola. El informe de los técnicos de la propia Secretaría de Medio Ambiente fue ignorado.

Del gavilán de Los Haitises solo quedan 250 individuos, habitando solamente en los bosques de Los Haitises, población considerada como “En Peligro Crítico” habiendo sido incluida en el Libro rojo de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), y el área ha sido declarada como Sitio Alianza Cero Extinción (AZE), pero con la presencia de una fábrica de cemento en sus límites muy pocas esperanzas pueden haber para especies como este gavilán.

Sin embargo, el problema más acuciante es la presencia de varios cientos de familias que desde hace poco más de 50 años han estado habitando en el Parque Nacional y recurriendo a la práctica de “tumba y quema” para agricultura.

Un decreto del actual presidente de la República Dominicana, doctor Leonel Fernández, el Decreto 17-06, ordena el reasentamiento de esas familias en la zona periférica al Parque Nacional para conservarlo y garantizar el buen desenvolvimiento del sistema hidrológico. Sin embargo, la decisión de permitir la instalación de una fábrica de cemento y la utilización de 105 mil tareas de terreno con esos propósitos, desestima automáticamente al decreto 17-06, lo que deja a cerca de 15 mil campesinos abandonados a su suerte, expuestos a un desalojo y sin tierras en donde asentarse.

La fundación encabezada por los empresarios Frank Rainieri, Bernardo Vega, Freddy Beras Goico, Ramón Prieto y otros, creada con el propósito de proteger a Los Haitises y dar cumplimiento a la aplicación del decreto 17-06, hasta ahora ha guardado silencio en torno a esta problemática.

Según la consultora ambiental Michela Izzo (2006), en un estudio ordenado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, dice que “El Parque Nacional de Los Haitises se enmarca muy bien en este tipo de discusión, siendo el área protegida con los mayores conflictos sobre el uso del suelo. Su historia está caracterizada por episodios continuos de desalojos de personas del área del Parque, las cuales se han convertido en “refugiados medio ambientales” (Geisler 2001; Geisler, 2003)”.

La propia Secretaría de Estado de Medio Ambiente ha publicado que Los Haitises “es una de las regiones de mayor importancia endémica” para el Caribe insular. En otra sección del Atlas de los Recursos Naturales de la República Dominicana, elaborado por la propia Secretaría, se establece que “Esta zona tiene una especial particularidad, debido a su estructura y formación kárstica. Conforme a sus características geológicas y geomorfológicas, su mayor aporte al sistema hídrico es a través de abundantes corrien-tes de aguas subterráneas. Sin embargo, en la periferia de la zona kárstica de Los Haiti-ses tienen su origen más de 147 arroyos y caños permanentes, de los cuales 90 fluyen hacia la cuenca del río Ozama. Los ríos Ara, Comate, Comatillo, Sabita, Boyá, Yani, Piedra, Yabacao, Cevicos, Payabo y el río Brujuelas reciben aportes de agua de 38 arroyos y manantiales de Los Haitises. Existen, además, unas 28 lagunas con agua permanente”.

Esos datos son un resumen de los trabajos realizados por el Instituto Dominicano de Recursos Hidráulicos –Indrhi-, cuyos técnicos, junto a otros técnicos, y con recursos de la Unión Europea, llevaron a cabo uno de los trabajos de investigación más completos en materia de Hidrología en la República Dominicana: el Proyecto Sysmin, el cual definió a Los Haitises de esta manera:

“La Unidad o Zona Hidrogeológica nº 3: Los Haitises, se sitúa en el sector centro oriental del país y corresponde con las estribaciones más septentrionales y de naturaleza carbonatada de la Sierra del Seibo, en los que se ha desarrollado un proceso de karsti-ficación avanzado. Constituye una zona de tránsito entre las Unidades o Zonas Hidro-geológicas nº 6: Valle de Cibao y la nº 2: Cordillera Oriental, aunque con unas caracte-rísticas morfológicas especialmente particulares, como es su relieve en forma de cerros o mogotes de unos 30 a 40 metros de altura, con altitudes medias próximas a los 200 m.s.n.m.

“Los límites hidrogeológicos de esta unidad o zona hidrogeológica y, dentro de ella, los de sus subzonas de funcionamiento y niveles acuíferos, se han definido de acuerdo con los siguientes criterios básicos:

• Definir límites de la unidad y de sus subzonas en función de criterios eminentemente
prácticos de funcionamiento hidrogeológico (recarga, descarga y balance hídrico) y de
posible explotación de sus recursos.
• Hacer coincidir, siempre que ha sido posible, los citados límites con contactos o barre-ras hidrogeológicas, dando prioridad a las negativas (límites estancos o cerrados) sobre las positivas (límites abiertos) y, entre estas últimas, aquellas que establezcan una equipotencial constante.
• Los límites de las barreras negativas se han extendido, siempre que ha sido razona-blemente posible, hasta las divisorias hidrográficas.
• Establecer los límites en las divisorias hidrográficas cuando las estructuras hidrogeo-lógicas no permitían su cierre mediante barreras.
• Las unidades o subzonas hidrogeológicas del tipo aluviales se han extendido a todo el
afloramiento del depósito aluvial cuaternario.
• Diferenciar materiales por criterios de permeabilidad (estimativa y relativa) y de posible potencialidad de explotación de sus recursos.


“Con estos criterios de partida, se ha establecido una nueva delimitación de la unidad, que alcanza una superficie total de 1823 km2, de los cuales el 80.20% (unos 1462 km2) corresponden a materiales permeables y el resto (361 km2) a materiales de baja permeabilidad. Asimismo, se han diferenciado dentro de los citados límites de la unidad cinco subzonas de funcionamiento hidrogeológico y cuatro tipos distintos de forma-ciones permeables o niveles acuíferos y tres formaciones de baja permeabilidad, las cuales se han clasificado hidrogeológicamente de acuerdo con los criterios y especifi-caciones de la Leyenda UNESCO (año 1970), en los que se combinan diferentes pará-metros hidrogeológicos de referencia, basados en el tipo y grado de permeabilidad (composición litológica, permeabilidad por porosidad intersticial o por fisuración y karstificación, etc.) y en la potencialidad real de explotación (extensión superficial y de recarga, geometría y condicionantes estructurales, y recursos explotables, tanto de renovación anual, como de reservas estimadas)”. (Programa Sysmin, 2004).

De manera que, Los Haitises, para lo que interesa al presente y al futuro de la República Dominicana en función de su abastecimiento estratégico de agua, no son los 600 kilómetros cuadrados del Parque Nacional, como se ha querido presentar al justificar la presencia de una intención minero-cementera en la zona, sino los 1,823 kilómetros cuadrados en los que se encuentra el carso, la segunda industria de agua más importante de la República Dominicana y de esta isla continente que es La Hispaniola.

En términos culturales, Los Haitises, entre sus decenas de miles de cuevas y cavernas, posee una cantidad indeterminada de éstas que fueron utilizadas por nuestros aborígenes, dejando en ellas una huella rupestre de miles de años. Una muestra más que suficiente es la Cueva del Ferrocarril, poseedora en su interior de 1,243 pictografías taínas, el mayor número de pinturas aborígenes localizado en una sola cueva en todo el Caribe. (Abréu Collado, 2006).

Una muestra del interés arqueológico y rupestrológico que atesora Los Haitises, más cercana al área física donde quiere establecerse una cementera del Consorcio Minero Dominicano, es la propia Cueva de Gumersindo, con 12 petroglifos y una pictografía en su interior, además de ser una cueva ligeramente activa en términos hidrológicos. (Abreu Collado, Informe ante la Subsecretaría de Áreas Protegidas, Secretaría de Medio Ambiente, 2009).

Todas estas condiciones resumidas en una sola propuesta fueron las utilizadas para la elaboración del Plan de Uso y Gestión del Parque Nacional de Los Haitises: “En 1992 fueron aumentados los límites del Parque Nacional hasta 1,600 Km. cuadrados, protegiendo toda el área del karst al Este del río Payabo.

“Entre 1988 y 1994 se desarrolló en este Parque Nacional un Programa de Cooperación para el Desarrollo entre la dirección Nacional de Parques de la República Dominicana y la Agencia Española de Cooperación Internacional. En estos años se elaboró un Plan de Manejo del Parque Nacional y se ejecutaron tres de los Programas de su Plan de Actuación: el de Administración y Vigilancia; con construcción de casetas de vigilancia; el de Investigación, con la realización de un Proyecto sobre las cavidades del litoral; y el de Uso Público, con la preparación de dos itinerarios para visitantes, uno en el Litoral y otro entre el Litoral y Caño Hondo, a través del Bosque Húmedo”. (Cámara Artigas, Alvarez García, Molina Rodríguez, Díaz del Olmo, 1995).

A pesar de todo lo aquí expuesto, y no obstante el cúmulo de información técnica y científica que ha sido acumulado a lo largo de muchas investigaciones en Los Haitises, quizás sea una aseveración de la propia Secretaría de Estado de Medio Ambiente, en la publicación de su Atlas de los Recursos Naturales de la República Dominicana, la que deje definitivamente clara la imposibilidad de otro uso del carso Los Haitises que no sea la de su conservación y uso regulado de los suelos de su zona de amortiguamiento para la producción agrícola.

“El Bosque muy Húmedo Subtropical se concentra en las vertientes norte de las cordilleras Central, Septentrional y Oriental, donde ocurren las lluvias orográficas, producidas por la condensación de las masas nubosas cargadas de humedad arrastradas por los vientos alisios, y entran con una dirección nordeste e influyen en las definiciones climáticas que caracterizan las zonas de vida del territorio nacional”.

Es decir, un cambio en las condiciones naturales del carso Los Haitises puede provocar un cambio drástico en las demás zonas de vida del resto del territorio nacional.

Las actividades no sostenibles en el área de Los Haitises, como las del Consorcio Minero Dominicano:

1) Impactarían la formación geológica de Los Haitises, que juega un importante papel en la regulación climática de la región y modificaría el paisaje singular, extraordinario de un ecosistema de incalculable valor.

2) Sentaría un precedente funesto en el uso de una Zona de Amortiguamiento, como espacio de transición cuya función es amortiguar los impactos causados por las actividades humanas, para que no impacten en la zona núcleo.

3) Disminuiría el espacio geográfico que proporciona conectividad entre paisajes, ecosistemas y hábitat naturales, que es lo que asegura el mantenimiento de la diversidad biológica y los procesos ecológicos y evolutivos, mediante la dispersión de especies, asegurando su conservación a largo plazo. Además de permitir el incremento en tamaño de las poblaciones; aumentar las probabilidades de supervivencia de las más pequeñas; beneficiar la recolonización de nuevos individuos locales, lo que reduce depresiones poblacionales debido a la consanguinidad.

4) Pondría en alto riesgo la sostenibilidad de decenas de comunidades y cientos de miles de personas que dependen de los acuíferos que nacen o se nutren en la zona, además de poner en alto riesgo la salud de los habitantes de Gonzalo y otros poblados de la periferia debido a las emisiones contaminantes fruto del proceso de producción de cemento.

5) Arriesgaría el legado histórico cultural único e irrepetible, representado en decenas de miles de cuevas y cavernas, muchas de los cuales fueron utilizadas por nuestros aborígenes, dejando plasmado en pictografías y pictogramas, toda una herencia cultural que ningún país podría darse el lujo de sacrificar.

6) Serían un duro golpe para la solución de los conflictos campesinos que han producido el desplazamiento humano de la periferia del Parque Nacional de Los Haitises.

7) Sentaría un precedente funesto, indefendible, perjudicial y poco optimista sobre el futuro de los recursos naturales de nuestro país y sobre el cumplimiento de las leyes y acuerdos que sustentan la institucionalidad de nuestro país.

8) Frustraría la posibilidad de elaborar un Plan de Ordenamiento Territorial integral y participativo, que incluya el desarrollo sostenible de la región y de las comunidades periféricas.




Las demandas del movimiento ambiental de la República Dominicana.

1) “Que el Estado Dominicano revoque la Concesión otorgada al Consorcio Minero Dominicano para operar en la plataforma de Los Haitises.

2) Que una vez revocada la Licencia Ambiental que ampara la empresa beneficiaria, la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y otras instancias pertinentes definan y establezcan los límites y zona de amortiguamiento del Parque Nacionales de Los Haitises.

3) Se elabore el Plan Nacional de Ordenamiento Territorial, en cumplimiento de la Ley General de Medio Ambiente (64-00), con la finalidad de evitar que precedentes como este se pudieran repetir.

Con la firme disposición de llevar esta lucha por los caminos que las Leyes y la Constitución Dominicana permiten, confiamos en la sensatez y buen juicio de nuestras autoridades para comprender la magnitud de este problema y buscar soluciones a la altura de las circunstancias.”

Como habrán podido apreciar nuestros lectores, no podemos dejar solos en esta justa demanda a nuestros ambientalistas ni a los jóvenes que la han hecho suya. Hagamos causa común con ellos: Quisqueya, nuestra Pachamama, reclama a gritos de nuestro auxilio.

la autora es periodista
elsapenanadal@hotmail.com

Los cambios...bienvenidos sean


Cuando creemos que finalmente estamos logrando un orden maravilloso y ordenado, resulta que de buenas a primeras ocurre un terremoto que pone todo patas arriba,como señalando que esa calma no era más que aquella que precede a la tormenta.

Lo importante es tener la valentía de levantarse de los escombros y recomenzar con nuevos bríos y muchas ganas.

Cada día es un nuevo comienzo y una nueva oportunidad, lo importante es saber aprovecharlas y sacarles el máximo partido.

Vivir cada día a plenitud, buscar cosas nuevas, perfeccionar viejas y no olvidar experimentar con la vida, después de todo es una sola.

Porque perder el tiempo con vanalidades, cuando el mundo lo ofrece todo y nosotros mismos no ponemos los límites.

No hay derrotas, hay nuevos inicios..

No hay desolación, es la busqueda de nuevas esperanzas....

Los peores límites son los que nos imponemos nosotros mismos, los que son impuestos por otros los combatimos...

Los cambios ocurren constantemente, costumbremonos a ellos y vivamos con ello..

Después de todo el desapego es una de las formulas para una vida feliz...el desapego material, emosional y espiritual....

Tania Medina hablará de ‘la teoría Barbie’ en Days To Shine

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