lunes, 28 de septiembre de 2009

Bienvenida seas, poesía!




Elsa Peña Nadal

De pequeña le decía a mi padre, y él reía, que cuando fuese grande estudiaría para ser poetiza. Un tanto distraído, pues siempre lo abordaba cuando estaba escribiendo sus poemas, me explicaba que esa Facultad, aún no la abrían en la Universidad; y yo le preguntaba, ¿y a usted, quien lo enseñó, entonces?

Con ese don se nace y luego te educas,-- decía,-- leyendo mucho y aprendiendo ciertas reglas para componer las poesías; aunque hay poetas rebeldes que no las siguen; me explicaba.

Ante mi interés y la insistencia de mi madre, me habló papá de rima y mediciones de versos; y empecé a mis nueve años, a producir unos versos terribles, donde mi única preocupación era que coincidieran “corazón” con “balcón”; y “pajarito” con “bonito”.

Decidió entonces mi progenitor que parara por un tiempo de escribir y me pusiera a leer poesías y pasó a prestarme sus libros de García Lorca, José Martí, Gustavo Adolfo Bécquer; entre otros.

Ponía papá cuidado en marcar los que yo debía leer, y me advertía: “solo esos; los demás no son para ti, no los entenderías”. Pero, ¡claro!, los marcados los leía de último y siempre en su presencia.

Pero a poco desistí de hacer poesías, y me consolé pensando que si había tan buenos poetas y poetizas, para qué romperme la cabeza y fastidiar tanto a mi padre, quien obviamente no me heredó su don.

Así que me limitaba a preguntarle los significados que no conocía, y disfrutaba al oírle recitándole a mi madre sus poesías y las ajenas, mientras ella se hacía la indiferente, pedaleando en su maquina “Singer”. Aunque de vez en cuando, se le escapaba una sonrisita de satisfacción.

Del español Gustavo Adolfo Bécquer, le recitaba mi padre de memoria: “Podrá nublarse el sol eternamente. Podrá secarse en un instante el mar; podrá romperse el eje de la tierra como un leve cristal. ¡Y todo sucederá! Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón. Pero jamás podrá apagarse en mi la llama de tu amor”.

Leyendo estoy ahora en los diarios que se aproxima la celebración en el país de un Festival Internacional de Poesías; y obviamente, viene todo esto a mi memoria junto a los poemas escritos por mi padre, casi olvidados en el tiempo; como aquel dedicado a Baní, que dice en una de sus estrofas:

--“Quiero volver a ti pueblo natal, do vi brillar el sol por vez primera y beber en el claro manantial, legendario y romántico de Güera…”.

La noticia da cuenta de que habrá lecturas de poesías en espacios públicos; tales como parques, bibliotecas; en las estaciones y en los vagones del Metro; y en planteles educativos públicos y privados de la capital; así como también, en la biblioteca de la de la UASD; entre otros.

Vendrán poetisas y poetas invitados, procedentes de España, México, Argentina, Chile, Nicaragua, Venezuela, Brasil y Perú, Uruguay y Colombia. También de Haití y Puerto Rico, Costa Rica, Guatemala, Cuba, Bolivia y El Salvador; así como de Ecuador, Honduras, Martinica, Italia y, por supuesto; participarán también los poetas dominicanos.

Algunos de los más conocidos son el brasileño Thiago de Melo; el español Antonio Gamoneda y el argentino Jorge Boccanera; así como Roberto Sosa de Honduras; la costarricense Ana Istarú; y de la vecina Haití, Franketienne.

Entre los dominicanos están Néstor Rodríguez, Eugenio García Cuevas, Lissette Ramírez, Alejandro Santana, Homero Pumarol, Eloy Alberto Tejera, Pablo Reyes, Manuel Llibre; así como Víctor Bidó, Rafael Hilario Medina, Neronessa y Alejandro Santana; e Irene Santos y César Beras.

Esta actividad, a realizarse del 21 al 25 de octubre próximo, organizada por la Secretaría de Estado de Cultura, me recuerda la avidez con que a mi llegada a Chile, me dediqué a adquirir libros de poesías, editados en gran escala y vendidos a precios asequibles para todos.

De los chilenos Pablo Neruda y Gabriela Mistral, ambos Premio Nóbel de Literatura, que tanta similitud tienen en la dureza que les tocó vivir en su infancia, encontré versos que, en el egoísmo de mi dolor, sentía como escritos para mi y esperando para que les devorara en largas noches de insomnio.

Gabriela, fue abandonada a los tres años de edad por su padre, un maestro de escuela; y luego compañera sentimental de un empleado ferrocarrilero que se suicida sin explicación alguna; lo que origina, según se dice, que de ahí surgieran sus primeros versos importantes; de profunda belleza: Amor; Besos; Ausencia; entre tantos otros.

--“Hay besos que pronuncian por sí solos la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada hay besos que se dan con la memoria”.--

Y en Ausencia, escribió esta mujer:-- “Se va de ti mi cuerpo gota a gota, se va mi cara en un óleo sordo, se van mis manos en azogue suelto, se van mis pies en dos tiempos de polvo. ! Se te va todo, se nos va todo!”

De las frías tierras australes donde se crió Pablo Neruda, habiendo perdido a su madre al mes de nacido, emergen en “una poética de la desesperanza, de la soledad del ser humano y del amor”, sus “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”.

Desde adolescente cantaba yo a voz en cuello, el Poema 20 convertido en canción; pero en Chile me lo aprendí completo: --“Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir por ejemplo: La noche está estrellada y tiritan azules los astros a lo lejos. El viento de la noche gira en el cielo y canta. Mi alma no se contenta con haberlo perdido.…”

Y qué decir de La Canción Desesperada?:--“Y la ternura leve como el agua y la harina. Y la palabra apenas comenzada en los labios. Como un vaso albergaste la infinita ternura y el infinito olvido te trizó como un vaso”.--

De su Poema 6 me gustaba repetir:-- “Recuerdo como eras en el último otoño. Eras la boina gris y el corazón en calma. En tus ojos se peleaban las llamas del crepúsculo. Y las hojas secas caían en el agua de tu alma. Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma. Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos. Hojas secas de otoño giraban en tu alma.”

Y en tiempo presente, como una cortesía del poeta y amigo Rafael García Bidó, que cada viernes nos desea a sus amigos un buen fin de semana, enviándonos una poesía; en esta ocasión, “Adolescente en sombras”, del español Leopoldo Panero, quien se la dedicara a su hermano fallecido, que era también poeta; copio la estrofa final:

--“A ti, que habitas tu pureza;
a ti, que duermes de verdad;
casi sin voz, el labio reza
acompaña mi soledad”.--

¡Pues sí!, ¡Qué vengan los poetas y le canten al pueblo e invadan cada rincón de la Patria! Porque:

“Hay un país en el mundo colocado en el mismo trayecto del sol, oriundo de la noche, colocado en un inverosímil archipiélago de azúcar y de alcohol. Sencillamente liviano, como un ala de murciélago apoyado en la brisa. Sencillamente claro, como el rastro del beso en las solteras antiguas o el día en los tejados. Sencillamente Frutal. Fluvial. Y material. Y sin embargo sencillamente tórrido y pateado como una adolescente en las caderas.” (Pedro Mir)

Pues pese a lo que pasa, y a pesar de todo; como también dijera Gustavo Adolfo Bécquer:

--“No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas, pero siempre ¡Habrá poesía!.........

“Mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡Habrá poesía!”

La autora es periodista
elsapenanadal@hotmail.com

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