lunes, 21 de septiembre de 2009

¡Qué no te vengan con cotorras!



Elsa Peña Nadal

Pensarán los lectores que vengo a darles consejos para que no escuchen a los políticos con sus cantos de sirena; pero en verdad, esta vez me refiero a la Cotorra de la Hispaniola; (Amazonas ventralis) llamada así por ser endémica de esta isla, compartida por Republica Dominicana y Haití.

La cotorra es una de las aves endémicas más llamativas de nuestra isla y figura en la categoría de amenaza “vulnerable”, ya que ha sido diezmada de forma alarmante por el tráfico irresponsable y el saqueo de sus nidos; incluso antes de que los pichones lleguen a emplumar.

Otras islas del Caribe tienen sus propias cotorras, pero el tipo de la nuestra, solo existe aquí y somos nosotros, los que, en lugar de protegerla como algo propio que nos identifica, las estamos exterminando irresponsablemente para satisfacer un capricho egoísta.

La cotorra de La Hispaniola, habita en campos maderables, tanto húmedos como secos y mide de 28 a 31 cm de longitud; en su plumaje predomina el color verde intenso y presenta el azul, el rojo y el amarillo en sus alas y cola.

Su frente es blanca; su pico grueso y fuerte; las patas cortas y gruesas; su lengua prensil y su cola es corta y cuadrada. Se alimenta de semillas, frutas y brotes tiernos de plantas. La cotorra forma pareja de por vida y hace sus nidos en los huecos de los árboles o utiliza nidos abandonados por otras aves.

Se reproducen durante los meses de febrero y junio: ponen de dos a tres huevos, los que incuban por un período de 25 días; no se aparean ni reproducen en cautiverio; y viviendo como mascotas, pueden durar hasta 80 años.

La cotorra habita, mayormente, en los Parques Jaragua; Armando Bermúdez; en la Sierra del Bahoruco y en el Parque Nacional de los Haitises; aunque aún pueden verse en pequeños grupos, sobrevolando diferentes zonas de la isla.

Muchas personas son timadas pues les venden pericos, en lugar de cotorras, por el gran parecido de estas aves, cuando son pichones. El perico no habla y es bastante bullicioso, por lo que en muchos casos, sus adquirientes terminan dejándolos en libertad, sin que hayan tenido el natural entrenamiento para aparearse o alimentarse por sí mismos.

Se dice que una especie animal o vegetal, es endémica, cuando solo se encuentra en una determinada área o región geográfica. Los organismos endémicos, explican los entendidos, tienen un alto riesgo de extinción, debido a su aislamiento geográfico y a la restricción de su habitad; como en el caso de las islas.

El nivel de endemismo en esta isla de la Hispaniola, es muy alto en cuanto a la fauna se refiere; registrándose un 53% en peces; 97% en anfibios; en reptiles un 83%; y en aves, un 18%.

Otros tipos de aves endémicas de la isla son: el Gavilán, que habita de los Haitises; la Lechuza Cara Ceniza; la Perdiz Coquito Blanco; el Perico; el Barrancolí; la Cúa; Pajaro Bobo; Torico; Pitangúa; Papagayo; Maroita; el Cuervo; Cao; la Cigua Palmera; Carpinterito de Sierra y Carpintero.

También la Cigüita Coliverde; Cigüita Juliana; Cigüita Coliblanca; Cigüita Amarilla; el Chirrí de Neyba; Chirrí de Barohuco; Canario; Cigüa Canaria; Picocruzado; el Sembrador Esmeralda; Cuatro ojos cabecigrís; entre otras.

El Grupo Jaragua, en su ardua lucha por la preservación de las cotorras y otras especies en extinción; ha enarbolado las consignas, ¡“Deja Eso”! y, ¡”Que no te den Cotorras!

Este grupo, junto a instituciones como el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, INTEC; la Sociedad Ornitológica de la Hispaniola; Humane Society International y la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales-- que ha emitido la Ley N0. 64-00 que prohíbe el comercio de estas aves—está tratando de concienciar a la población y particularmente a los escolares, para evitar la extinción de esta hermosa ave.

Simón Guerrero, conservacionista, escribió hace un par de años un artículo donde destacaba cómo estaba siendo diezmada la población de cotorras en el país, y hacía el siguiente relato; cito:

--“En un exquisito pero poco conocido cuento de Juan Bosch (“El Turco”, se llama) se narra que a finales del siglo XIX había tantas cotorras en los hogares de Barahona, que cuando llegaba un barco al puerto, alguien gritaba: “vela, vela”, y las cotorras lo repetían, llevando la buena nueva a toda la ciudad.”—

Contribuyamos, con nuestro involucramiento responsable, al repoblamiento y conservación de esta especie que nos precedió en la Hispaniola, y que también merecen conocer y disfrutar, las generaciones por venir.

La autora es periodista
elsapenanadal@hotmail.com

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