miércoles, 26 de agosto de 2009

La Noticia del Millón


Por Elsa Peña Nadal
en foto del 1966

La noticia no vale un millón pero es muy buena; toda vez que nos trae la información de que se va a enmendar un desaguisado que rayó en lo ridículo, y que se realizó, con la única finalidad de agradar y agradecer, al presidente de ese momento.

La noticia en cuestión se refiere, al proyecto presentado por la Secretaría de Estado de Cultura, al Ayuntamiento del Distrito Nacional, a fin de que sean cambiados los nombres de las calles del residencial El Millón, por los de connotadas figuras de la literatura, la historia, la danza, la poesía, la música, el folklore, y la promoción cultural.

Hemos leído que esta idea, ya fue respaldada a unanimidad por el Consejo Superior de Cultura, el cual aprobó enviar una comunicación al Presidente y al Síndico del ADN, informándoles de su total respaldo a la iniciativa.

Ustedes oirán dentro de poco el pataleo de algunos de los reformistas que allí residen, beneficiarios del reparto generoso de su líder, acostumbrados ya a nombres de calles tales como: Cruzada de Amor; Teatro Nacional; Presa de Tavera, Presa de Valdesia; Presa Río Bao; Doña Emma; Carmen Celia Balaguer; Reforma Agraria, Jardín Botánico; etc.

En cualquier país, las calles se nombran para honrar y resaltar los meritos y aportes a la Patria, de los dueños de dichos nombres; así como para recordar fechas y epopeyas históricas. ¿Pero qué honra merece por sí misma, una edificación, una presa, un edificio?

Entre los nuevos nombres propuestos están, los de destacados pintores, poetas, escritores, músicos, folkloristas y pioneras del ballet; tales como: Yorgy Morel, Magda Corbett, Clara Elena Ramírez, Gilberto Hernández Ortega, Vela Zanetti y Fradique Lizardo.

También, Fray Vicente Rubio, René del Risco Bermúdez, Antonia Blanco Montes, Virgilio Díaz Grullón, Bienvenido Brens, Miguel Alfonseca, Enriquillo Sánchez, Narciso González, Manuel del Cabral, Rubén Suro, Antonio Fernández Spencer, Rafael Colón, y muchos otros, iguales en importancia.

En ese barrio, -que no si se llama “El Millón” porque las casas costarían un millón de pesos de los de ese entonces, o porque allí se alojaron muchos de los 300 millonarios que florecieron bajo la mirada reflexiva del doctor Balaguer, quien “resignado” decía que “la corrupción se detiene en la puerta de mi despacho”-vive también mucha gente honorable y trabajadora que nada tiene que ver con ese reparto alegre de los bienes nacionales.

Pienso que vivir en la calle Presa de Tavera a esquina Presa Río Bao, debe ser un poco angustiante en temporada ciclónica; aunque reconozco que allí deben confluir muy buenas vibras y energías.

Y no sé qué le respondería un padre a su hijo, si éste, al leer en el poste de la esquina el nombre de su calle, sintiese la curiosidad de preguntarle, por ejemplo, quién era Carmen Celia Balaguer o Reforma Agraria.

Es indudable que los acólitos balagueristas, aprendieron mucho de Trujillo, quien bautizo con su nombre y los de toda su familia, calles, plazas, parques, hospitales, liceos y avenidas en todo el país; incluidos la histórica Ciudad Primada de America.

Porque, ¿quién ha visto que las obras que todo gobierno debe realizar, merecen honra y honor por sí mismas, como para nombrar con ellas las calles de todo un residencial? ¿Ni que, por compartir los genes y los apellidos del presidente, deba alguien ser reconocido por las presentes y futuras generaciones?

Yo felicito a los promotores de esta idea, en la persona del Secretario de Estado de Cultura, licenciado José Rafael Lantigua, por el buen aprovechamiento que hará de nuestras calles para honrar y eternizar en la memoria histórica de nuestro pueblo, a tan meritorias personalidades.

¡Ojala que al quitar los nombres, no cedan en hacer excepciones graciosas y que don Roberto Salcedo y el ADN, acojan con premura esta propuesta!

Después de esto, estoy casi segura -porque me consta que hay criterio suficiente- de que ninguna calle será denominada: calle Metro, Parque “Las Canquiñas”, Túnel ó Elevado de la 27; por solo mencionar algunas obras de este gobierno.

Y ya se encargará la historia, a su debido tiempo, de esos otros nombres, indebidamente puestos a calles, avenidas y aeropuertos, fruto de componendas políticas y electorales. Notemos que pocos recuerdan hoy, que el remozado Parque Enriquillo, llevaba el nombre del padre del que se creía padre y benefactor del pueblo dominicano.

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La autora es periodista
elsapenanadal@hotmail.com.

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