jueves, 18 de junio de 2009

Preservemos a Los Haitises.






Elsa Peña Nadal

En la República Dominicana intentan construir una fábrica de cemento sobre un acuífero productor de mil millones de metros cúbicos de agua potable.

Santo Domingo, también conocida como La Hispaniola, es un tipo de isla continental con características similares a las islas de Madagascar y Papúa Nueva Guinea, y resume en poco espacio condiciones de relieve, hidrología, flora, fauna, temperaturas y pluviometría existentes sólo en los continentes, lo que la coloca en una situación de fragilidad extrema, puesto que cualquier alteración de alguno de sus ecosistemas influye en la estabilidad de los demás.

La amenaza de construcción de una fábrica de cemento en las inmediaciones del carso de Los Haitises, un ecosistema calcáreo considerado único en el Caribe, con una extensión de 1,823 kilómetros cuadrados, y que es el segundo sistema productor de agua de dicha isla, ha desatado una ola de rechazo entre la población dominicana –principalmente la población más joven- que no sale de su asombro, al ver cuán fácilmente se le entregan a un grupo de inversionistas 105 mil tareas de terreno para la construcción de una cementera, espacio que incluye parte de las tierras que se utilizarían para asentar varios cientos de familias campesinas para liberar las zonas vírgenes selváticas del carso en cuestión.

El movimiento ecologista de la República Dominicana y la Asamblea Nacional Ambiental –ANA – han respondido rápidamente a la intención, organizando protestas y movilizando sectores de la sociedad que hasta estos momentos habían permanecido algo indiferentes a la situación de los recursos naturales de la isla, terriblemente diezmados en su parte oeste, ocupada por la República de Haití, y perdidos en un 80% en la parte que ocupa la República Dominicana.

Parte del carso de Los Haitises está ocupado por un Parque Nacional del mismo nombre que existe sin su correspondiente área de amortiguamiento según establece la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza para esta categoría de área protegida. Anteriormente el Parque Nacional ocupaba un área de 1,600 kilómetros cuadrados, pero los manejos poco claros de políticos, congresistas y negociantes de bienes raíces despojaron sin explicación alguna y mediante una ley que todavía está en discusión, cerca de mil kilómetros cuadrados que correspondía a esa necesaria área de amortiguamiento.

Los ecologistas alegan, entre otros argumentos, que la producción de más de mil millones de metros cúbicos de agua de este carso es fundamental y estratégica para la sostenibilidad de seis provincias, incluyendo la propia capital dominicana. Indican que de este carso emanan 147 ríos y arroyos que alimentan varios acueductos en uso, y la construcción de una fábrica de cemento sobre esta formación resultaría desastrosa para la conservación de esta colosal formación.

Un grupo de técnicos de la Subsecretaría de Áreas Protegidas, de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales, había elaborado un informe advirtiendo que la instalación de una fábrica de cemento en Los Haitises resultaba inadmisible, puesto que pondría en riesgo tanto al acuífero como a las zonas boscosas, las que albergan numerosas especies en peligro de extinción, como lo es el “gavilán de Los Haitises” o Gavilán de Ridgeway (Buteo Ridgewayi); el solenodonte (Solenodon paradoxus), el manatí (Trichechus manatus) y otras especies, lo que ha llevado al Parque a ser clasificado como “Área Importante para la Conservación de las Aves” (IBA, por sus siglas en Inglés), clasificación hecha por la organizaciones “BirdLife International”, Grupo Jaragua y sociedad Ornitológica de la Hispaniola. El informe de los técnicos de la propia Secretaría de Medio Ambiente fue ignorado.

Del gavilán de Los Haitises solo quedan 250 individuos, habitando solamente en los bosques de Los Haitises, población considerada como “En Peligro Crítico” habiendo sido incluida en el Libro rojo de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), y el área ha sido declarada como Sitio Alianza Cero Extinción (AZE), pero con la presencia de una fábrica de cemento en sus límites muy pocas esperanzas pueden haber para especies como este gavilán.

Sin embargo, el problema más acuciante es la presencia de varios cientos de familias que desde hace poco más de 50 años han estado habitando en el Parque Nacional y recurriendo a la práctica de “tumba y quema” para agricultura.

Un decreto del actual presidente de la República Dominicana, doctor Leonel Fernández, el Decreto 17-06, ordena el reasentamiento de esas familias en la zona periférica al Parque Nacional para conservarlo y garantizar el buen desenvolvimiento del sistema hidrológico. Sin embargo, la decisión de permitir la instalación de una fábrica de cemento y la utilización de 105 mil tareas de terreno con esos propósitos, desestima automáticamente al decreto 17-06, lo que deja a cerca de 15 mil campesinos abandonados a su suerte, expuestos a un desalojo y sin tierras en donde asentarse.

La fundación encabezada por los empresarios Frank Rainieri, Bernardo Vega, Freddy Beras Goico, Ramón Prieto y otros, creada con el propósito de proteger a Los Haitises y dar cumplimiento a la aplicación del decreto 17-06, hasta ahora ha guardado silencio en torno a esta problemática.

Según la consultora ambiental Michela Izzo (2006), en un estudio ordenado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, dice que “El Parque Nacional de Los Haitises se enmarca muy bien en este tipo de discusión, siendo el área protegida con los mayores conflictos sobre el uso del suelo. Su historia está caracterizada por episodios continuos de desalojos de personas del área del Parque, las cuales se han convertido en “refugiados medio ambientales” (Geisler 2001; Geisler, 2003)”.

La propia Secretaría de Estado de Medio Ambiente ha publicado que Los Haitises “es una de las regiones de mayor importancia endémica” para el Caribe insular. En otra sección del Atlas de los Recursos Naturales de la República Dominicana, elaborado por la propia Secretaría, se establece que “Esta zona tiene una especial particularidad, debido a su estructura y formación kárstica. Conforme a sus características geológicas y geomorfológicas, su mayor aporte al sistema hídrico es a través de abundantes corrien-tes de aguas subterráneas. Sin embargo, en la periferia de la zona kárstica de Los Haiti-ses tienen su origen más de 147 arroyos y caños permanentes, de los cuales 90 fluyen hacia la cuenca del río Ozama. Los ríos Ara, Comate, Comatillo, Sabita, Boyá, Yani, Piedra, Yabacao, Cevicos, Payabo y el río Brujuelas reciben aportes de agua de 38 arroyos y manantiales de Los Haitises. Existen, además, unas 28 lagunas con agua permanente”.

Esos datos son un resumen de los trabajos realizados por el Instituto Dominicano de Recursos Hidráulicos –Indrhi-, cuyos técnicos, junto a otros técnicos, y con recursos de la Unión Europea, llevaron a cabo uno de los trabajos de investigación más completos en materia de Hidrología en la República Dominicana: el Proyecto Sysmin, el cual definió a Los Haitises de esta manera:

“La Unidad o Zona Hidrogeológica nº 3: Los Haitises, se sitúa en el sector centro oriental del país y corresponde con las estribaciones más septentrionales y de naturaleza carbonatada de la Sierra del Seibo, en los que se ha desarrollado un proceso de karsti-ficación avanzado. Constituye una zona de tránsito entre las Unidades o Zonas Hidro-geológicas nº 6: Valle de Cibao y la nº 2: Cordillera Oriental, aunque con unas caracte-rísticas morfológicas especialmente particulares, como es su relieve en forma de cerros o mogotes de unos 30 a 40 metros de altura, con altitudes medias próximas a los 200 m.s.n.m.

“Los límites hidrogeológicos de esta unidad o zona hidrogeológica y, dentro de ella, los de sus subzonas de funcionamiento y niveles acuíferos, se han definido de acuerdo con los siguientes criterios básicos:

• Definir límites de la unidad y de sus subzonas en función de criterios eminentemente
prácticos de funcionamiento hidrogeológico (recarga, descarga y balance hídrico) y de
posible explotación de sus recursos.
• Hacer coincidir, siempre que ha sido posible, los citados límites con contactos o barre-ras hidrogeológicas, dando prioridad a las negativas (límites estancos o cerrados) sobre las positivas (límites abiertos) y, entre estas últimas, aquellas que establezcan una equipotencial constante.
• Los límites de las barreras negativas se han extendido, siempre que ha sido razona-blemente posible, hasta las divisorias hidrográficas.
• Establecer los límites en las divisorias hidrográficas cuando las estructuras hidrogeo-lógicas no permitían su cierre mediante barreras.
• Las unidades o subzonas hidrogeológicas del tipo aluviales se han extendido a todo el
afloramiento del depósito aluvial cuaternario.
• Diferenciar materiales por criterios de permeabilidad (estimativa y relativa) y de posible potencialidad de explotación de sus recursos.


“Con estos criterios de partida, se ha establecido una nueva delimitación de la unidad, que alcanza una superficie total de 1823 km2, de los cuales el 80.20% (unos 1462 km2) corresponden a materiales permeables y el resto (361 km2) a materiales de baja permeabilidad. Asimismo, se han diferenciado dentro de los citados límites de la unidad cinco subzonas de funcionamiento hidrogeológico y cuatro tipos distintos de forma-ciones permeables o niveles acuíferos y tres formaciones de baja permeabilidad, las cuales se han clasificado hidrogeológicamente de acuerdo con los criterios y especifi-caciones de la Leyenda UNESCO (año 1970), en los que se combinan diferentes pará-metros hidrogeológicos de referencia, basados en el tipo y grado de permeabilidad (composición litológica, permeabilidad por porosidad intersticial o por fisuración y karstificación, etc.) y en la potencialidad real de explotación (extensión superficial y de recarga, geometría y condicionantes estructurales, y recursos explotables, tanto de renovación anual, como de reservas estimadas)”. (Programa Sysmin, 2004).

De manera que, Los Haitises, para lo que interesa al presente y al futuro de la República Dominicana en función de su abastecimiento estratégico de agua, no son los 600 kilómetros cuadrados del Parque Nacional, como se ha querido presentar al justificar la presencia de una intención minero-cementera en la zona, sino los 1,823 kilómetros cuadrados en los que se encuentra el carso, la segunda industria de agua más importante de la República Dominicana y de esta isla continente que es La Hispaniola.

En términos culturales, Los Haitises, entre sus decenas de miles de cuevas y cavernas, posee una cantidad indeterminada de éstas que fueron utilizadas por nuestros aborígenes, dejando en ellas una huella rupestre de miles de años. Una muestra más que suficiente es la Cueva del Ferrocarril, poseedora en su interior de 1,243 pictografías taínas, el mayor número de pinturas aborígenes localizado en una sola cueva en todo el Caribe. (Abréu Collado, 2006).

Una muestra del interés arqueológico y rupestrológico que atesora Los Haitises, más cercana al área física donde quiere establecerse una cementera del Consorcio Minero Dominicano, es la propia Cueva de Gumersindo, con 12 petroglifos y una pictografía en su interior, además de ser una cueva ligeramente activa en términos hidrológicos. (Abreu Collado, Informe ante la Subsecretaría de Áreas Protegidas, Secretaría de Medio Ambiente, 2009).

Todas estas condiciones resumidas en una sola propuesta fueron las utilizadas para la elaboración del Plan de Uso y Gestión del Parque Nacional de Los Haitises: “En 1992 fueron aumentados los límites del Parque Nacional hasta 1,600 Km. cuadrados, protegiendo toda el área del karst al Este del río Payabo.

“Entre 1988 y 1994 se desarrolló en este Parque Nacional un Programa de Cooperación para el Desarrollo entre la dirección Nacional de Parques de la República Dominicana y la Agencia Española de Cooperación Internacional. En estos años se elaboró un Plan de Manejo del Parque Nacional y se ejecutaron tres de los Programas de su Plan de Actuación: el de Administración y Vigilancia; con construcción de casetas de vigilancia; el de Investigación, con la realización de un Proyecto sobre las cavidades del litoral; y el de Uso Público, con la preparación de dos itinerarios para visitantes, uno en el Litoral y otro entre el Litoral y Caño Hondo, a través del Bosque Húmedo”. (Cámara Artigas, Alvarez García, Molina Rodríguez, Díaz del Olmo, 1995).

A pesar de todo lo aquí expuesto, y no obstante el cúmulo de información técnica y científica que ha sido acumulado a lo largo de muchas investigaciones en Los Haitises, quizás sea una aseveración de la propia Secretaría de Estado de Medio Ambiente, en la publicación de su Atlas de los Recursos Naturales de la República Dominicana, la que deje definitivamente clara la imposibilidad de otro uso del carso Los Haitises que no sea la de su conservación y uso regulado de los suelos de su zona de amortiguamiento para la producción agrícola.

“El Bosque muy Húmedo Subtropical se concentra en las vertientes norte de las cordilleras Central, Septentrional y Oriental, donde ocurren las lluvias orográficas, producidas por la condensación de las masas nubosas cargadas de humedad arrastradas por los vientos alisios, y entran con una dirección nordeste e influyen en las definiciones climáticas que caracterizan las zonas de vida del territorio nacional”.

Es decir, un cambio en las condiciones naturales del carso Los Haitises puede provocar un cambio drástico en las demás zonas de vida del resto del territorio nacional.

Las actividades no sostenibles en el área de Los Haitises, como las del Consorcio Minero Dominicano:

1) Impactarían la formación geológica de Los Haitises, que juega un importante papel en la regulación climática de la región y modificaría el paisaje singular, extraordinario de un ecosistema de incalculable valor.

2) Sentaría un precedente funesto en el uso de una Zona de Amortiguamiento, como espacio de transición cuya función es amortiguar los impactos causados por las actividades humanas, para que no impacten en la zona núcleo.

3) Disminuiría el espacio geográfico que proporciona conectividad entre paisajes, ecosistemas y hábitat naturales, que es lo que asegura el mantenimiento de la diversidad biológica y los procesos ecológicos y evolutivos, mediante la dispersión de especies, asegurando su conservación a largo plazo. Además de permitir el incremento en tamaño de las poblaciones; aumentar las probabilidades de supervivencia de las más pequeñas; beneficiar la recolonización de nuevos individuos locales, lo que reduce depresiones poblacionales debido a la consanguinidad.

4) Pondría en alto riesgo la sostenibilidad de decenas de comunidades y cientos de miles de personas que dependen de los acuíferos que nacen o se nutren en la zona, además de poner en alto riesgo la salud de los habitantes de Gonzalo y otros poblados de la periferia debido a las emisiones contaminantes fruto del proceso de producción de cemento.

5) Arriesgaría el legado histórico cultural único e irrepetible, representado en decenas de miles de cuevas y cavernas, muchas de los cuales fueron utilizadas por nuestros aborígenes, dejando plasmado en pictografías y pictogramas, toda una herencia cultural que ningún país podría darse el lujo de sacrificar.

6) Serían un duro golpe para la solución de los conflictos campesinos que han producido el desplazamiento humano de la periferia del Parque Nacional de Los Haitises.

7) Sentaría un precedente funesto, indefendible, perjudicial y poco optimista sobre el futuro de los recursos naturales de nuestro país y sobre el cumplimiento de las leyes y acuerdos que sustentan la institucionalidad de nuestro país.

8) Frustraría la posibilidad de elaborar un Plan de Ordenamiento Territorial integral y participativo, que incluya el desarrollo sostenible de la región y de las comunidades periféricas.




Las demandas del movimiento ambiental de la República Dominicana.

1) “Que el Estado Dominicano revoque la Concesión otorgada al Consorcio Minero Dominicano para operar en la plataforma de Los Haitises.

2) Que una vez revocada la Licencia Ambiental que ampara la empresa beneficiaria, la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y otras instancias pertinentes definan y establezcan los límites y zona de amortiguamiento del Parque Nacionales de Los Haitises.

3) Se elabore el Plan Nacional de Ordenamiento Territorial, en cumplimiento de la Ley General de Medio Ambiente (64-00), con la finalidad de evitar que precedentes como este se pudieran repetir.

Con la firme disposición de llevar esta lucha por los caminos que las Leyes y la Constitución Dominicana permiten, confiamos en la sensatez y buen juicio de nuestras autoridades para comprender la magnitud de este problema y buscar soluciones a la altura de las circunstancias.”

Como habrán podido apreciar nuestros lectores, no podemos dejar solos en esta justa demanda a nuestros ambientalistas ni a los jóvenes que la han hecho suya. Hagamos causa común con ellos: Quisqueya, nuestra Pachamama, reclama a gritos de nuestro auxilio.

la autora es periodista
elsapenanadal@hotmail.com

1 comentario:

  1. Amiga, pasando por aqui a saludarte despues de leerte...
    Un abrazo!!!

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