domingo, 29 de marzo de 2009

En memoria Ezio Valentino de Elsa Peña Nadal

Cuando un amigo se va…

Elsa Pena Nadal

“Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”; así reza la canción que solo entendemos en toda su profundidad, cuando vemos al amigo con sus ojos cerrados para siempre, y las manos cruzadas sobre su regazo.

Todos los amigos son especiales y a todos les queremos de uno, u otro modo. Pero con Ezio Valentino se dio la característica de que era muy querido por todos los amigos, quienes coincidíamos en resaltar, sus mismas y relevantes cualidades.

Así que en su funeral, donde desfiló durante dos días una masiva representación del sector turístico, muy especialmente de sus compañeros de Adompretur; de la La Plaza de la Salud; de la Universidad Pedro Henríquez Ureña; entre otras representaciones de sectores, amigos y familiares; no solo dábamos el pésame a la familia; sino que nos abrazábamos y nos consolábamos los unos a los otros.

“Se nos fue Ezio”; era el lamento colectivo. Ahí nos juntamos personas del sector turístico que teníamos muchos años sin vernos. Ezio nos convocó.

En más de treinta años conociéndolo y tratándolo, nunca le vi enojado ni en pleitos con alguien; ni murmurando ni averiguando vidas ajenas; nada le sacaba de sus casillas, aunque sabía defender con carácter sus puntos de vista. Era más bien un pacificador.

Caballeroso, educado y puntual; era el primero en llegar a las reuniones de la Asociación Dominicana de Prensa Turística, de la cual fue miembro fundador; ocupando un lugar en casi todas sus directivas. Era el guardián de viejos documentos de la Asociación; así que era común que dijéramos, “hablen con Ezio”; “pregúntenle a Ezio”; “pídanselo a Ezio”.

Participo también en la fundación, y fue miembro activo, de la Asociación de Relacionistas Públicos; y durante muchos años, un excelente anfitrión de todos los que visitábamos el Hotel Sheraton, hoy Melía. Y se desempeñó además, como Maestro de Ceremonias de casi todas las asociaciones del sector. Laboro por muchos años para la UMPHU y para la Plaza de la Salud.

El mismo decía que su manía era la puntualidad: llegaba veinte minutos antes a todas las citas; fuesen estas, reuniones de trabajo o actividades festivas. Por eso, cuando yo llegaba, siempre le preguntaba en broma: “Ezio, tu trabajas aquí?” Cuando pasaba algunos días sin enviarme sus emails; me preocupaba por su salud y le enviaba yo uno, con dos signos de interrogación en el “asunto”. En seguida se reportaba.

En más de treinta años, un amigo tan afable, afectuoso y correcto, llega a ser como un hermano. Por eso, su funeral fue una sentida manifestación de duelo, donde los amigos le lloramos como cercanos familiares. Lloramos las mujeres y lloraron los hombres.
Tantos recuerdos de viajes compartidos: por el interior del país y por países extranjeros; a ferias y congresos, a reuniones de trabajo, a fam trip. El último viaje, que no llegó a realizar, sería a la ITB de Berlín, en compañía de su gran amiga Rosalinda Thomas y de otros amigos del sector.

La última reunión en que participé con la presencia de Ezio Valetino, fue en aquella donde Adompretur eligió las diez principales noticias del año 2008; a finales de diciembre pasado, en el Hotel Santo Domingo.

Llego al primero, con sus noticias seleccionadas; era una reunión con almuerzo incluido, y después de terminada, mientras almorzábamos, se escuchó, procedente de otro salón, un estruendoso merengue tocado en vivo por una orquesta que amenizaba la fiesta de alguna compañía. Me sacó a bailar y otros le imitaron, y como siempre sucedía, otras compañeras me quitaron mi pareja; y así, sucesivamente, nos bailó a casi todas.

Era Ezio el que bailaba a las que no tenían pareja; pero también las acompañadas se lo disputaban; en las fiestas donde él estaba, nadie se quedaba moviendo los pies debajo de las mesas. Y siempre tan correcto y ameno. Era el hermano que no tenía nuestros apellidos.

Durante tres semanas todos estuvimos atentos a su gravedad, esperando la fatídica llamada que nos confirmaría que ya había descansado de su agonía. En la Plaza de la Salud, las llamadas y las visitas fueron interminables. Algunos prefirieron recordarlo en pies.

Cuando Ezio al fin descanso y se fue con el Señor, nadie se enteró por los diarios: la noticia corrió de boca en boca, por teléfono y por emails. Era el mas sencillo, afable y humilde amigo del sector turismo; quizás por eso también, el mas querido por mas personas. En vida recibió varios reconocimientos del sector al que sirvió por largos años.

A todos, menos a él, se nos olvidaba en más de una ocasión, colocarnos el pin de ADOMPRETUR cuando asistíamos a actividades del sector. Y era común que le preguntaran si él tenía un pin colocado en cada traje de vestir.

Nunca olvido aquella ocasión en que Carlitos Caminero, muy querido también y desaparecido a destiempo, abogaba porque cambiáramos el diseño del logo y del pin de la Asociación.

Pero él se oponía: “por qué cambiarlo, si seguimos siendo un destino de sol y playa?; dejen eso así,-decía- que lo bueno no se cambia; este pin es un clásico”. Y Carlitos le contestó jocoso: “ Ezio, hasta La Sirena cambió el logo!”.

En su funeral no tenía puesto el pin. Solamente le vi el de La Plaza de la Salud. Así que, tras conseguir el consentimiento de doña Magda, su viuda; me quité el mío y se lo coloqué en la solapa, mientras le decía con mi pensamiento: “Llévalo en tu último viaje, amigo querido; vas a conocer el mejor de los destinos”!

Elsapenanadal@hotmail.com

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